TRATAMIENTO Y BIENESTAR CORPORAL Y EMOCIONAL
Entrenamiento Autógeno
El estrés es una de las más grandes pesadillas de la era moderna, afecta negativamente a nuestra salud y provoca muchísimas enfermedades crónicas e incluso muertes. Aunque de hecho no se trata de un fenómeno moderno, el estrés muestra tendencia a descontrolarse, siguiendo una peligrosa espiral ascendente si no se controla mediante alguna forma de relajación.
La razón probable de este enorme aumento del estrés está sin duda en el hecho de vernos bombardeados simultáneamente por diversos elementos estresantes.
Es importante, sin embargo, recordar que las principales sustancias químicas que se liberan en el cuerpo cuando estamos estresados, la adrenalina y la noradrenalina, también se producen en situaciones asociadas con la agitación, el placer y el disfrute, como el deporte, las competiciones o la actividad sexual.
En consecuencia, la vida sin ninguna forma de estrés o situaciones estresantes, sería extremadamente aburrida. Sólo cuando el nivel de estrés sobrepasa ciertos límites, que varían según los diferentes individuos, se vuelve problemático y afecta al bienestar físico, emocional, mental e incluso espiritual del individuo. Es entonces cuando aparecen los síntomas asociados con la ansiedad, la depresión o los trastornos del sueño, así como los de otras enfermedades psicosomáticas (relacionadas con el estrés), y se hace necesario que la persona afectada busque ayuda.
Además, el estrés también tiene un papel muy importante en la progresión y exacerbación de cualquier enfermedad grave que podamos sufrir. Por ejemplo, en los individuos que padecen esclerosis múltiple, síndrome de fatiga crónica, cáncer o sida, por citar sólo algunas enfermedades, la progresión y difusión es más rápida porque son incapaces de controlar su nivel de estrés.
¿CÓMO NOS AFECTA EL ESTRÉS?
A pesar de la conciencia que tienen muchas personas de ser más susceptibles a las enfermedades, incluidas las simples, como el resfriado o la gripe, cuando están estresadas, cansadas o cuando se sienten presionadas por cualquier razón, hasta principios de la década de 1970 no se empezó a tomar el tema en serio, tras la publicación de ciertos informes científicos de la NASA, la agencia espacial estadounidense. Se descubrió que el sistema inmunológico de los astronautas, incluso de los que tenían una excelente forma física, se veía gravemente afectada por el estrés de lo que estaban haciendo, y que su sistema inmunológico sólo recuperaba la normalidad tras un periodo determinado, al concluir los acontecimientos estresantes. El sistema inmunológico se compone de un complejo sistema de células, tejidos, órganos y sustancias químicas repartidas por todo el cuerpo. Su integridad y funcionamiento adecuado es absolutamente esencial para mantener una salud y un bienestar perfectos.
Tras la publicación de los datos científicos de la NASA y la confirmación de sus resultados mediante experimentos con muchos grupos de individuos sanos, nació la ciencia de la psiconeuroinmunología o inmunidad de la mente-cuerpo.
Además de la correlación entre el estado inmunológico alterado, el inicio de muchas enfermedades graves y potencialmente fatales y diversos tipos de estrés, como el del duelo, la pérdida del trabajo o cualquier otra situación importante o amenazadora para la vida, ahora bien documentadas, también se ha descubierto que un individuo sometido a estrés tiene muchas más probabilidades de sucumbir a la enfermedad si su personalidad le hace incapaz de afrontar de forma adecuada, efectiva y satisfactoria las llamadas emociones negativas, como la cólera, la rabia, la depresión, el sentimiento de culpabilidad y la frustración, y no puede reaccionar de una forma que no sea reprimiéndolas o negándolas.
Las privaciones sufridas en la infancia también son importantes, al igual que la soledad, la falta de apoyo social y los sentimientos de desesperanza e impotencia. El inicio de la enfermedad no sólo es más común en aquellas personas que presentan una combinación de estos factores, sino que el pronóstico, por lo que se refiere a su progresión o deterioro, también es mucho peor en quienes aceptan su diagnóstico estoicamente, sin expresar ningún sentimiento o emoción fuerte, o sin plantear ninguna lucha contra el diagnóstico, una vez elaborada la conmoción inicial y la fase de negación. Por otro lado, también se ha demostrado que el uso de emociones positivas, como amor, diversión, humor, risa y creatividad, permite y capacita al individuo para afrontar y combatir la enfermedad y la discapacidad con mayor efectividad.
Por importantes que sean los efectos del estrés y las emociones negativas y otros factores ya enumerados en el debilitamiento del sistema inmunológico, debemos recordar que también hay otros factores que también contribuyen a provocar el inicio de la enfermedad y la sensación de malestar. Entre ellos se incluyen: falta de ejercicio, consumo de alimentos poco sanos y de suplementos nutricionales inadecuados, así como muchos medicamentos y sustancias químicas, especialmente de antibióticos de forma injustificada, de estimulantes recreativos como el alcohol y bebidas que contengan cafeína, de drogas más potentes y, finalmente, de compañeros sexuales múltiples sin utilizar las prácticas de sexo seguro. Resulta mucho más fácil prevenir la enfermedad que tratar de combatirla una vez que se ha detectado. En consecuencia, merece la pena examinar de forma regular todos los aspectos de nuestro cuerpo, mente, emociones y espíritu con esta técnica holística.
Los tranquilizantes pueden tener un efecto inmediato, espectacular y notable sobre el control de los síntomas del estrés. No obstante, no ayudan a controlar o erradicar las causas subyacentes de lo que en realidad precipita la crisis relacionada con el estrés. El hecho de que cada año se consuman en todo el mundo toneladas de tranquilizantes, indica que su uso no es la respuesta, sobre todo porque pueden producir sus propios problemas, como habituación, adicción, cólera aguda y otros síntomas de abstinencia.
Por esta razón, muchas personas, incluidos los miembros de la profesión médica, se sienten muy alarmadas ante el aumento espectacular del consumo de tranquilizantes, y han comenzado a buscar métodos alternativos para tratar de controlar el estrés y beneficiar en todo lo posible al afectado.
REDUCCIÓN DEL ESTRÉS Y RELAJACIÓN
El primer paso para reducir los niveles de estrés en nuestras vidas consiste en identificar su posible fuente para nosotros, como individuos, ya que éstas son diferentes para cada persona. Y no sólo eso, sino que suelen variar de vez en cuando dependiendo de la combinación de los estresantes. Por ejemplo, a un conductor de carreras le entusiasma lo que hace, mientras que esa actividad sería extremadamente estresante para la mayoría de nosotros. En términos generales, los estresantes se agrupan bajo las etiquetas de «ambientales», «sociales», que incluyen falta de amor y apoyo cariñoso, lo que conduce a la soledad y a sentimientos de desesperanza e impotencia, «hogareños», «personales», que incluyen la relación con los miembros de la familia y amigos, «sexuales», «laborales y de desempleo». Puede haber, claro está, otros estresantes que sean específicos de la propia y singular situación. Inclúyelos también en tu lista. Al identificar nuestros estresantes, podemos empezar a eliminar al menos algunos de ellos y reducir así nuestros niveles de estrés.
No obstante, incluso haciéndolo así, la mayoría de individuos sometidos a estrés necesitan aprender una técnica para controlar y gestionar sus niveles. Existen formas diferentes de relajación, desde la relajación muscular progresiva de Jacobsen, diversas formas de meditación (desde sencillas técnicas de respiración hasta la trascendental y el zen), yoga, hipnosis, retroalimentación, curación y entrenamiento autógeno, que se encuentra entre las más efectivas y que satisface los criterios de relajación, a saber: afrontar las emociones negativas y estimular la creatividad de los individuos para intensificar su buena salud.
El entrenamiento autógeno ayuda a instituir el cambio en todos los niveles del cuerpo, la mente, las emociones y el espíritu. Una de sus funciones más importantes y que a menudo se pasa por alto y se subestima, es probablemente su capacidad para convertirse en una herramienta preventiva excepcionalmente efectiva, que puede mitigar el inicio de muchas enfermedades relacionadas con el estrés.
¿QUÉ ES EL ENTRENAMIENTO AUTÓGENO?
Es un método de relajación mental sencillo, potente y efectivo, que encauza la fisiología del cuerpo y su funcionamiento interno hacia la normalización y la curación. Es particularmente atractivo para la mentalidad occidental porque, a diferencias de muchas formas de meditación y yoga, no tiene connotaciones religiosas o culturales y no exige indumentaria especial, posturas o posiciones insólitas. Pero lo más importante es que la relajación física y mental, así como las sensaciones de paz y tranquilidad, se generan en el interior de uno mismo y no dependen de ningún valor externo, filosofía o terapeuta. Todos los efectos beneficiosos que se derivan de esta práctica se siguen obteniendo mientras la persona continúe practicando la técnica. Además, se puede utilizar en cualquier parte y momento, a diferencia de otras formas de relajación.
HISTORIA Y FILOSOFÍA
Esta técnica fue creada por el neuropsicólogo alemán Dr. J. Schultz en 1932, y perfeccionada más tarde por uno de sus colaboradores, el doctor Luthe, en Canadá, antes del inicio de la segunda guerra mundial. Consiste en una serie de sencillo ejercicios mentales diseñados para desconectar el estresante mecanismo de «lucha-huida» del cuerpo, que provoca la liberación de adrenalina y regresar a los ritmos restauradores y recuperadores asociados con la relajación psicofísica profunda y la curación. Es un método que, practicado diariamente, produce resultados comparables con los alcanzados por las formas orientales de meditación a nivel mental y con los cambios químicos y fisiológicos del cuerpo asociados con las personas que se entrenan duro para realizar actividades físicas o deportivas. También permite, a quienes se entrenan, entrar en contacto con sus sentimientos más profundos de emociones reprimidas, si eso fuera importante, y afrontarlas con efectividad mediante ejercicios prácticos adicionales y específicos, de forma que se puedan mantener de manera prolongada los estados profundos de paz y tranquilidad alcanzados.
La concentración pasiva es el concepto más importante y sencillo del entrenamiento autógeno, pero para algunas personas, particularmente estresadas o acostumbradas a una concentración activa, en ocasiones puede resultar la parte más difícil de realizar, aunque finalmente todos consiguen hacerlo.
Durante la mayor parte del tiempo nos concentramos activamente, es decir, nuestra concentración se enfoca en la consecución de un objetivo. En la concentración pasiva, sin embargo, el individuo se sienta o se tumba sólo para observar lo que está sucediendo en su mente, cuerpo y emociones, y no trata de hacer nada al respecto. En consecuencia, acepta y reconoce cualquier pensamiento que surja en su mente y le distraiga. Así, la conciencia, por razones que sólo ella conoce, trata de bloquear el proceso de relajación. No obstante, el alumno aprende finalmente a disociarse de estos pensamientos. Estos pensamientos intrusos, resultado frecuente de la concentración activa en otras técnicas, contribuyen a hacerlas menos efectivas, al crear en la persona la sensación de que no actúa correctamente y, se convierten, por tanto, en la fuente intrínseca de la distracción.
Las sencillas órdenes empleadas en el entrenamiento autógeno consisten en concentrarse en una serie de sensaciones fisiológicas y físicas normales, como pesadez, calentamiento y enfriamiento, comenzando en las extremidades para subir gradualmente hasta la parte más profunda de uno mismo, pasando por la respiración, el corazón y la circulación hasta llegar al plexo solar, situado por debajo de la zona blanda donde se une la caja torácica. Éste es el centro nervioso de todas las llamadas funciones automáticas del cuerpo, como la tensión sanguínea, los movimientos intestinales, la velocidad del pulso, la respiración, etc.
Al aprender a percibir y controlar el plexo solar, la persona comienza a controlar indirectamente las funciones del cerebro, a través de las diversas conexiones nerviosas existentes entre ambos. Así, se puede aprender a controlar indirectamente las funciones del cerebro, que incluyen los sistemas inmunológico, glandular y reproductor, por mencionar sólo algunos.
En ello no hay magia alguna. Lo único que se tiene que hacer es aprender a utilizar los propios mecanismos y sensaciones normales del cuerpo para soslayar el consciente y tratar de evitar el inconsciente y las llamadas partes silenciosas del cerebro. Así, podemos utilizar sus enormes poderes y energías siempre en beneficio de nuestra propia salud.
Aunque el entrenamiento autógeno sea una técnica particularmente efectiva, no nos ofrece la respuesta a todo, aunque se puede combinar conveniente y armónicamente con otras muchas técnicas y terapias, tanto convencionales como complementarias, y formar parte de un enfoque holístico de la salud y la enfermedad. Se puede utilizar como punto de partida y situarse en el marco mental adecuado para recibir el tratamiento, o bien para ayudar a intensificar sus efectos potenciales y beneficiosos.