UN CURSO DE MILAGROS VS LA LEY DE ATRACCIÓN
Anna Horno
En los últimos años la teoría de «la ley de atracción» se ha extendido como la pólvora: rápido y armando mucho ruido, y más allá de esto, generando una gran confusión entre sus adeptos. ¿Qué hay de cierto en lo que predica?
Gracias a las conclusiones de los investigadores en el campo de la física cuántica, se ha llegado a demostrar que es el observador quien otorga realidad a lo observado mediante su interpretación, o lo que sería lo mismo, juicio. También se especula con la mente creativa y el inmenso poder del pensamiento. A partir de aquí comienza el desvarío…
Los a sí mismos llamados «gurús» o «maestros» de la ley de atracción, ensalzan las virtudes de este mundo, y nos exhortan a perseguir todo cuanto nos suene apetecible o nos resulte irresistible en él. Además nos dicen que somos co-creadores con Dios, para terminar elevando la energía a la categoría de «divina». Efectivamente somos seres creativos, puesto que compartimos idénticas cualidades que nuestro Creador, solo que estas cualidades pertenecen al ámbito del espíritu, que no del cuerpo. Y la energía, amigo mío, es sólo parte de la ilusión. Todo lo que puede ser medido, visto o de algún modo transformado o modificado, refleja las cualidades del ego, que no de Dios.
A continuación confunden la mente con el cerebro, y de paso nos venden un puñado de técnicas «milagrosas» que por arte de magia nos van a curar de todas nuestras carencias. Carencias que ellos mismos refuerzan al orientar nuestra búsqueda hacia lo que en apariencia «nos falta».
Y nos ofrecen grandes demostraciones de poder, como sanación física o sanación económica... de nuevo centrando su atención en los efectos, que no en la causa real de todas nuestras experiencias… la mente.
Nos enseñan que tenemos derecho a lo bueno, lo bello, lo mejor y lo maravilloso, como si es que todo esto no fuéramos ya nosotros en esencia y hubiera que buscarlo en alguna otra parte. Con ello nos instan a sustituir a Dios con “falsos ídolos”, al tiempo que a reforzar en nuestra mente la creencia en la realidad de este mundo ilusorio. Esto, además, lleva implícito el juicio: unas cosas son buenas y otras no lo son… Recuerda que todas tus experiencias son absolutamente neutras, el significado lo pones tú.
La ley de atracción nos anima, casi nos empuja, a desear una «realidad» diferente, o sea, a no aceptar nuestra vida tal cual es, aumentando con ello nuestro ya enorme sentimiento de insatisfacción e inadecuación.
Es fácil llegar a la conclusión de que lo que están vendiendo como «la espiritualidad del siglo XXI», no es más que materialismo en acción, propio del ego, que no del Hijo de Dios.
No confundas lo que quieres con lo que necesitas, pues no son lo mismo:
«Lo que tú crees necesitar servirá simplemente para fortificar tu mundo contra la Luz» (UCDM - T-13.VII.11.6)
Un Curso de Milagros te exhorta a dar la bienvenida a cuanto llega a tu vida, que es siempre lo que necesitas: una lección de perdón. La ley de atracción te invita a continuar distraído, persiguiendo en el mundo lo que tu ego te dice que quieres y necesitas para ser feliz, para completarte, prolongando con ello tu creencia en la pérdida y la carencia y perpetuando la ilusión de una existencia separada.
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