DESPERTAR CON PELÍCULAS - "Solaris"
David Hoffmeister
Del Libro de David Hoffmeister "El perdón cuántico: Física, te presento a Jesús".
El Perdón Verdadero
Siempre tomamos la mejor decisión que podemos basándonos en lo que creemos en cada momento.
Durante muchos de los años de mi infancia y adolescencia, la tensión entre mi padre y yo era mucha. Él tenía un trastorno bipolar con el que la vida le resultaba muy difícil. Cuando me hice mayor, atravesé mi transformación de la consciencia, y realmente lo perdoné —y perdoné al mundo y a mí mismo— mi padre empezó a aparecer en mi consciencia como un ángel.
Mi padre estaba cada vez más contento y nuestra relación empezó a mejorar. La gente decía: “tu padre ha cambiado mucho”, y yo decía: “lo que ha cambiado de verdad es mi mente”. Mi padre solo estaba reflejando eso. De hecho, un día vino y me dijo: “David, lo siento, no he sido un buen padre. No he hecho lo que un buen padre debe hacer”.Yo repliqué: “¡tonterías! No me lo creo ni un segundo. Tú lo hiciste lo mejor que pudiste, y yo lo hice lo mejor que pude. No me dejaste tirado y no te dejé tirado. Ya no nos vamos a tragar más esa mentira hecha de culpabilidad”.
Él se iluminó cuando se lo dije. Su aspecto cambió por completo y me reflejó amor inmediatamente. Aquel sencillo intercambio verbal reorganizó nuestra visión de todo lo que había ocurrido entre nosotros durante los años anteriores. Ya no importaba nada de eso. Nos habíamos equivocado en muchas cosas porque, durante el tiempo en que vivimos juntos, no podíamos percibir de manera verdadera.
Lo que había pasado en realidad fue que yo había intentado someterlo a su “papel de padre” y él había intentado someterme a mi “papel de hijo”. Esto produjo un combate de lucha libre que condujo a creencias falsas como “tú deberías ser un padre mejor” y “tú deberías ser un hijo mejor”.
Cuando por fin soltamos eso, él ya no era mi padre y yo ya no era su hijo. En ese momento reconocimos nuestra perfecta igualdad, y lo único que quedaba era el amor. Nos reímos y nos abrazamos. Compartimos una intensa alegría. La guerra había acabado. Desde ese momento hasta el momento en que falleció, cuando estábamos juntos estábamos contentos.
Temas clave
● Perdón verdadero
● Aceptar nuestra inocencia
Sinopsis de la película
Solaris se centra en el Dr. Chris Kelvin, un psicólogo al que le llegan emisarios de la DBA, una corporación que opera una estación espacial en órbita en torno al planeta Solaris. Le muestran un mensaje de vídeo enviado por su amigo el Dr. Gibarian, en el que le pide que vaya a la estación a ayudar a resolver un fenómeno insólito que está ocurriendo a bordo. Gibarian no está dispuesto a dar más explicaciones, pero le dice que, aunque la solución evidente sería irse, ninguno de los astronautas quiere volver a casa. Chris acepta ir solo a Solaris, en un último intento de traer a casa a la tripulación de manera segura. Cuando llega a la estación, se entera de que Gibarian se ha suicidado, y la mayoría de la tripulación ha muerto o desaparecido en circunstancias extrañas. Los dos miembros de la tripulación que sobreviven, Snow y la Dra. Gordon, se resisten a explicarle lo que pasa.
Conforme avanza la película, sin embargo, se vuelve claro que lo que pasa a bordo es que los pensamientos no sanados de los miembros de la tripulación se están manifestando como formas, a las que llaman visitantes, que parecen increíbles y aterradoras. Chris empieza a experimentar lo mismo. Conforme la estación espacial se acerca cada vez más a Solaris, sus pensamientos y creencias pendientes de sanar salen a la superficie, y le obligan a examinar de nuevo muchos de los conceptos a los que más se aferra. Dirigido por el poder profundamente sanador de Solaris, va a descubrir que todo lo que parece ocurrir en la estación es solo una proyección de pensamientos sin sanar que están en su propia mente.
Introducción
Si estuvieras en una isla desierta y pudieras pedir solo una película, ¡ésta sería la que tendrías que pedir! Solaris es una hermosa ilustración de lo que es el Perdón Verdadero: es literalmente un bote salvavidas para escapar de este mundo. En la película se oyen varios versos del poema de Dylan Thomas “La muerte no tendrá ningún dominio”, que la resumen de manera bellísima:
Aunque se vuelvan locos volverán a estar cuerdos,
aunque se hundan en el mar volverán a surgir,
aunque los amantes desaparezcan el amor no lo hará,
y la muerte no tendrá ningún dominio.
El planeta Solaris es la representación del Amor, la Luz y la Unicidad abstractos. Uno de los pasajes mejor conocidos del Curso dice: “Este curso no pretende enseñar el significado del amor, pues eso está más allá de lo que se puede enseñar. Pretende, no obstante, despejar los obstáculos que impiden experimentar la presencia del amor, el cual es tu herencia natural” In-1. Puesto que uno se vuelve consciente de la Unicidad al observar y soltar las falsas creencias del ego, Solaris refleja cualquier asunto que esté en la mente inconsciente pendiente de resolver y perdonar. Saca fuera todo lo oscuro — los obstáculos que impiden experimentar la presencia del amor — para que pueda ser sanado.
Por medio de muchas secuencias retrospectivas de la película, descubrimos que Chris estaba casado con una mujer llamada Rheya. Las escenas retrospectivas muestran la época del noviazgo de Chris y Rheya, con indicios de una educación problemática y de dificultades emocionales por parte de ella. También nos revelan que Rheya decidió interrumpir un embarazo sin decírselo a Chris. Cuando él se entera, se marcha de casa muy afligido. Ella se suicida, y Chris lo descubre al volver a casa. El dolor por el suicidio de Rheya sigue sepultado en la mente de Chris. Tiene un sentimiento enorme de ineptitud, pérdida, remordimiento y culpabilidad. Siente que le falló a Rheya, que cuando ella se suicidó, él perdió su última oportunidad de arreglar las cosas.
Solaris va a darle a Chris una nueva oportunidad de arreglarlas. Imaginemos ir a Solaris. ¿Qué pensamientos y asuntos sin resolver siguen dando vueltas en nuestras mentes? Porque esas áreas pendientes de sanar se manifestarían inmediatamente, no habría un retraso durante el que pareciese que la experiencia se alarga en el tiempo lineal. La causa de la inquietud de la mente se haría presente inmediatamente, se pondría justo delante de nuestros ojos, para que pudiéramos soltarla.
Podemos pensar en ello así: si alguien nos pusiese en la mano una patata que quema, la soltaríamos muy rápido porque el efecto parecería inmediato y directo. Cuando un asunto que produce malestar se proyecta fuera en el tiempo, parece un proceso prolongado e interminable, porque creemos que causa y efecto están separados.
Solaris nos enseña que la causa y el efecto están juntos. Si soltamos una causa falsa en la mente, soltamos también todos los efectos —dolor, sufrimiento y disgusto— que parecían ser el resultado de esa causa falsa. Eso es el Perdón Verdadero en realidad. La inocencia reina cuando de verdad perdonamos la creencia en que podríamos existir fuera de la Mente de Dios. Nos damos cuenta de que nunca hemos hecho nada malo y de que todo está perdonado, ¡porque nunca ocurrió en la Realidad!
Siempre que tenemos un sentimiento de daño, dolor, resentimiento, pérdida —o cualquier otro sentimiento que no sea alegría— es porque nuestra mente está sosteniendo un pensamiento egoico. Puede parecer que estos sentimientos brotan de algo que sucedió en el pasado, o de la preocupación por lo que podría ocurrir en el futuro, pero ese no es el caso: proceden del miedo en el presente. Creer otra cosa es solo un intento de ocultar el momento presente, el instante santo, cubriéndolo con una idea falsa. La buena noticia es que la liberación en el presente es posible. No es una cuestión de tiempo: el poder de liberar nuestra mente del dolor, el sufrimiento y las ilusiones lo tenemos ya. Tendemos a creer que el perdón puede necesitar muchas vidas de trabajo y proceso interior, que es una enorme inversión del pensamiento, pero en realidad requiere solo un diminuto retoque de la perspectiva.
Solaris es la película definitiva sobre el perdón. No el perdón tal como lo enseña el mundo, que consiste en tener que encontrar la manera de bendecir a alguien que creemos que nos ha hecho daño. Con el Verdadero Perdón, empezamos a darnos cuenta de que hemos estado equivocados sobre todo lo que hemos percibido. Esto abre la puerta de acceso a la curación y a la verdadera libertad. Pensar que hemos estado equivocados en el noventa y nueve por ciento no funcionaría, porque incluso una vaga idea de tener un uno por ciento de razón impediría que nuestra consciencia se abriera plenamente a este poder curativo.
Comentarios de la película por David
Escena: Chris, antes de salir de la Tierra, se hace un corte en un dedo al trocear verduras. Mira el corte mientras se lo lava en el fregadero.
Toma nota de esta escena. Es una escena crucial que se repite al final de la película con una profunda enseñanza.
Escena: Una vez a bordo de la estación espacial, Chris se encuentra a Snow, uno de los dos miembros de la tripulación que sobreviven, y le pregunta qué está pasando en la nave. Snow responde: “Podría decirte lo que está pasando, pero no sé si eso te diría lo que de verdad está pasando”.
No hay manera de que Snow le explique a Chris lo que está pasando, porque Chris piensa en términos lineales y lo lineal es un obstáculo para experimentar el perdón. Desde la manera lineal de ver las cosas, es imposible comprender el perdón. Tenemos que abandonar todo lo que pensamos en términos lineales para experimentar adónde nos lleva esta película. Aquí hay algunas cosas interesantes a tener en cuenta. Primero, nuestro protagonista se llama Chris, solo le falta una letra para Christ [Cristo]. Luego está la letra de la canción que suena la primera vez que Chris camina por el pasillo de la estación espacial: “prepárate para descender al acertijo, al acertijo, al acertijo”. Tenemos que descender al acertijo del ego para poder transcenderlo. La letra de la canción que se oye mientras Chris y Snow están hablando dice: “la broma es a tu costa. La broma es a tu costa”. Todo este mundo del ego, todo el continuo espacio-temporal y toda la linealidad, son una broma inmensa a nuestra costa. Es un inmenso juego al escondite. Nos hemos olvidado de nuestra identidad de Cristo, y estamos ¿atrapados en una personalidad del yo.
Entrar en el acertijo de nuestra mente hasta llegar a la iluminación, significa vaciar la mente de todo lo que creemos pensar y todo lo que creemos saber. A este estado Buda le llamaba “el vacío”. Más allá del aparente vacío está el Reino de los Cielos, que es el Todo. Es la condición de Quien somos: ser el Todo.
Chris está dando los primeros pasos hacia la solución del acertijo de la mente. Está intentando utilizar sus habilidades de psicólogo para entender la situación a bordo de la nave. Le deja perplejo que la respuesta a: “¿puedes decirme lo que está pasando aquí?” sea: “podría decirte lo que está pasando, pero no sé si eso te diría lo que de verdad está pasando”. Igualmente, el Curso deja perplejos a muchos, porque desmantela todos los aspectos del pensamiento lineal. Los que intentan mantener la perspectiva lineal —es decir: la historia de sus vidas, su concepto del yo— se van a resistir a aprender el Curso porque solo deja el Momento Presente, que es el portal de la Eternidad.
Escena: Chris se prepara para acostarse en su habitación a bordo de la estación espacial.
Freud dijo que los sueños eran el “cumplimiento de los deseos”. Todo lo que soñamos en la mente inconsciente, durante lo que llamamos sueño nocturno, es solo una representación de nuestro sistema de creencias. Podemos decir lo mismo respecto de lo que llamamos nuestras vidas cotidianas. Todo son fantasías y cumplimiento de deseos hasta el detallito más diminuto: no es más que una colección de imágenes y escenarios inventados por el ego. Aunque en esta escena parece que Chris se desliza hacia el sueño, nada permanece inconsciente en Solaris. Todo se representa.
Escena: A Chris lo despierta por la mañana una caricia de su esposa Rheya, que se suicidó hace varios años. Cuando la ve, salta fuera de la cama y, para escapar de ella, se va al otro extremo de la habitación.
Chris está aterrorizado y no puede creer que está viendo a Rheya, se siente destrozado psicológicamente. La aparición de Rheya cuestiona todos sus conceptos sobre la muerte. En la Tierra, en el tiempo lineal, cuando alguien muere hay una sensación de que está fuera de la consciencia. Chris no puede aceptar la posibilidad de que Rheya sea real porque no se ajusta a su sistema de creencias. Está tan asustado que solo quiere escapar de ella.
Al final de la escena, Chris, que sigue temeroso de Rheya, le dice que tiene que salir para investigar a la tripulación. Rheya grita: “no, no, no me dejes, no me dejes sola”. Esta reacción parece indicar que ella tiene miedo a la pérdida y la separación, pero cuando Chris le pregunta por qué no quiere que se vaya, parece confundida y dice que no lo sabe. Lo que en realidad está pasando es que Rheya está representando el miedo a ser abandonado de Chris. Él cree que cuando ella se suicidó, él la perdió y este miedo al abandono es un pensamiento aún sin sanar en su mente.
Escena: Chris encierra a Rheya en una cápsula de salvamento y la lanza al espacio.
¡Esto sí que es una ruptura! Chris está tan aterrorizado con que Rheya parezca manifestarse que de hecho la eyecta al espacio. Esto es un ejemplo de proyección. Cuando en nuestra mente hay una queja con la que no somos capaces de lidiar, intentamos deshacernos de ella. Las quejas son el pasado repetido una vez tras otra. Es el mismo viejo guión de mentes personales y privadas con pensamientos privados. Mientras esta perspectiva de gente separada permanece, las quejas se repiten continuamente. Chris, lanzándola al espacio, recrea su profunda queja contra Rheya por haberse suicidado después de una discusión entre los dos.
Escena: La noche siguiente Chris sueña con Rheya y por la mañana ella amanece otra vez en la cama con él. Chris le pregunta de qué se acuerda, y ella solo sabe de su vida con él en la Tierra, no tiene ningún recuerdo de cómo llegó a la estación espacial. Cuando Rheya le dice a Chris: “entonces, ayer yo no estaba aquí”, él le responde: “no”.
Ya empiezan las mentiras. Parte del problema con esta clase de interacción es su falta de consistencia. Cuando parece que le mentimos a alguien, en realidad nos mentimos a nosotros mismos, porque solo hay Una Mente. Cuando creemos que tenemos que decir lo que no es cierto para proteger a alguien, o evitar herir sus sentimientos, esto indica un miedo subyacente. Chris adopta una estrategia de complacer a la gente para evitar decirle a Rheya que ella estaba allí el día anterior, pero él la eyectó al espacio.
Esto representa un conflicto dentro de la mente. Jesús dice en el Curso que primero miramos dentro, luego miramos fuera y nos parece que vemos un mundo. Pero el mundo solo representa el conflicto dentro de la mente-ego. Gran parte de él es inconsciente, ha sido empujado fuera de la consciencia, pero lo que vemos fuera es una representación pictórica, cinematográfica, de lo que sentimos y creemos dentro de la mente. Cuando reconocemos esto pensamos: “voy a empezar a prestarle mucha más atención a la mente. Voy a dejar de sentirme culpable por las cosas del mundo, que no son en absoluto la causa”.
El Espíritu Santo utiliza lo que hizo el ego. Tomemos, por ejemplo, el libro de Un curso de milagros. El Espíritu Santo utiliza las palabras que inventó el ego de una manera que señala el camino de vuelta al Espíritu Santo. Pero puesto que el propio Curso forma parte del pasado, el ego tenía que haber hecho el Curso: él proyectó todo el cosmos. Este personaje, David, formaba parte de la proyección. Jesús formaba parte de la proyección. Buda, Krishna y la madre Teresa de Calcuta también formaban parte de la proyección; y el Espíritu Santo sabe cómo utilizar todos estos símbolos. Verlo de esta manera le recuerda a la mente que fue ella quien lo inventó todo.
El Espíritu Santo convoca testimonios de manera milagrosa. Para llevarnos a casa a través de la escotilla de escape de nuestra propia mente, Usa los mismos símbolos que se utilizaban para el odio, el dolor, la vergüenza y la culpabilidad. Por medio del perdón nos escapamos del mundo y regresamos a la Mente Única, a Dios.
Escena: Mientras está de conversación con Snow, Chris tiene una visión retrospectiva de la pelea que tuvieron él y Rheya justo antes de que ella se suicidase. Al mismo tiempo, Rheya, que está mirando a Solaris, parece recordar también trocitos de la escena. Luego, cuando Chris y Rheya hablan, ella le dice que no es la persona que él recuerda.
Rheya ha empezado a tener dudas sobre quién es en realidad. Tiene todos los recuerdos de su vida con Chris, pero dan la sensación de no pertenecerle. Le dice a Chris que ella no entiende lo que está pasando y que no cree que pueda vivir así. Miremos otra vez a estos versos del poema de Dylan Thomas:
Aunque los amantes desaparezcan el amor no lo hará,
y la muerte no tendrá ningún dominio.
En Solaris, la apariencia del amor entre marido y mujer parece haber desaparecido, perdida en el tiempo lineal, pero no va a desaparecer el Amor Divino del Espíritu. El cosmos se fabricó como un velo para ocultar el Amor Divino. Nada de este mundo se acerca a ese Amor Divino excepto la iluminación, o sueño feliz.
En el sueño feliz, los milagros parecen ocurrir diariamente, y experimentamos un amor profundo que no depende de apariencias como que los cuerpos estén juntos. El Nuevo Testamento de la Biblia dice que las cosas del tiempo, lo temporal, pasará; y lo eterno durará para siempre. Esa es también la enseñanza de Un curso de milagros. En este mundo el “amor” se proyecta fuera y se asocia con imágenes, y a menudo experimentamos congoja cuando parecen cambiar. Pero esas imágenes del amor que implican cuerpos y formas son temporales. Hasta el montaje marido-mujer, que parece ser el amor en este mundo, pasará. Solo el Amor, la vida eterna, continúa para siempre. Esa es nuestra verdadera Identidad que permanece en Dios.
El poema “Y la muerte no tendrá ningún dominio” es una llamada a la vida eterna. Solaris nos muestra que todo se experimenta en la mente. Cuando cambiamos de ideas, cambiamos nuestra forma de mirar al mundo, y así es cómo conseguimos volver a la vida eterna.
Escena: Chris se despierta a medianoche y se encuentra en pie en su habitación con su amigo Gibarian, que se había suicidado antes de que él llegase. Chris le pregunta: “¿qué quiere de nosotros Solaris?” y Gibarian responde: “¿por qué crees que tiene que querer algo? Por eso es por lo que tienes que irte. Si sigues creyendo que hay una solución, vas a morir aquí”.
No hay ninguna solución. Vemos qué bien se aplica eso a nuestro trabajo con Un curso de milagros. Cuando intentamos descifrar algo de este mundo, vamos a morir aquí; porque no hay ninguna solución que se pueda encontrar en la proyección del tiempo y el espacio. Nunca vamos a encontrar la respuesta en la forma. A veces la gente encuentra el Curso y se cree que les va a dar todas las respuestas. Pero incluso el Curso es solo un símbolo, es una escalera que nos ayuda a entrar en la mente. La única manera de encontrar la respuesta es experimentarla después de haber cuestionado todas las creencias falsas. El libro no puede hacer eso por nosotros. El libro es solo un reflejo del deseo de la mente de despertar y perdonar.
Aunque Chris vino a la estación espacial con el único propósito de intentar descifrar lo que estaba pasando, ahora se le está presentando la idea de que no puede descifrarlo. Es interesante la pregunta de Chris: “¿qué quiere de nosotros?”. La respuesta es: “¿por qué te crees que tiene que querer algo de ti?”.
Lo que Gibarian le dice a Chris es, básicamente, que Solaris no quiere nada de ellos, igual que el Espíritu Santo no quiere nada de nosotros. El Espíritu Santo quiere ofrecernos un regalo, que es la corrección: la solución de todo el sueño. El Espíritu Santo es la respuesta, y mientras la busquemos en la forma será porque no queremos oír la verdadera respuesta. Queremos oír una pseudo-respuesta inventada por el mundo, pero eso nunca va a arreglar nada. Podemos creer que hemos encontrado una respuesta, que hay una gente, una teología o un sistema de creencias en el que podemos confiar. Pero al final eso también será arrastrado, porque no hay ninguna respuesta que podamos encontrar en la forma. No importa cuántas decisiones tomemos ni cuántas elecciones hagamos en el mundo: no vamos a encontrar la respuesta en la forma.
Escena: Gibarian le dice a Chris: “¿comprendes lo que intento decirte? No hay ninguna respuesta, solo alternativas”.
Las palabras de Gibarian indican que hay que tomar una decisión. Como sabemos por el Curso, la mente tiene una doble alternativa. La decisión es muy sencilla. ¿Qué voz voy a escuchar, la del ego o la del Espíritu Santo? El ego hace que parezca muy complicado, enseñándonos que en el mundo hay decisiones que tomar, y que deberíamos poner nuestros esfuerzos y nuestra energía en tomar las decisiones correctas. Pero nuestro entrenamiento mental nos enseña que tenemos que alinearnos con Dios y estar con el Espíritu Santo. Al elegir al Espíritu Santo de manera consistente nos escapamos del sueño del mundo y encontramos el sueño feliz. Muchos de los diálogos de esta película son muy útiles porque apuntan a la aplicación práctica de las enseñanzas del Curso.
Escena: La Dra. Gordon y Chris se enzarzan en una discusión porque ella le ha dicho a Rheya que él la eyectó al espacio la primera vez que se manifestó. La Dra. Gordon le dice a Chris que está siendo manipulado. Le dice: “si fuera fea no querrías ni tenerla cerca. Por eso no es fea. Es un espejo que refleja una parte de tu mente y tú le proporcionas la forma. Es una copia, un facsímil”.
Podemos decir que todas las personas son facsímiles. Su aspecto y su comportamiento parecen reales, parecen tener vidas y mentes propias. Parecen tener sus propios pensamientos, actos, emociones y recuerdos. Parece como si existieran realmente. Pero la gente no está completa, son como hologramas. No pensamos en la gente como hologramas. Pensamos: “¡mamá!, ¡papá!”. Pero los seres humanos, igual que el resto de todo lo que hay en el cosmos, son proyecciones de la mente-ego. Como la mente-ego solo ve el pasado, todas sus imágenes están fragmentadas y son parciales, no están íntegras ni son completas. Jesús describe esto en la segunda lección del Libro de ejercicios del Curso: “Le he dado a todo lo que veo todo el significado que tiene para mí” E-2.
Chris está disgustado y enfadado porque ve a Rheya como una persona real. Pero, ¿qué es una persona real? No existe tal cosa. ¡Hablamos con imágenes! Es como hablar con marionetas que representan exactamente lo que la mente-ego les dijo que hicieran y dijeran. Les dimos papeles en una función, les hemos dado a los personajes todo el significado que parecen tener. Toda la función es exactamente como queremos que sea. Es una fantasía. Es cumplimiento de los deseos. Y todo es exactamente conforme a las instrucciones que se dieron.
Si creemos que los demás están separados de nosotros, tienen una voluntad aparte de la nuestra y nos están haciendo algo que no nos gusta, tenemos que preguntarnos a nosotros mismos en primer lugar cómo es que han llegado a estar ahí fuera. La respuesta es que no están ahí fuera: son quejas, juicios y recuerdos parciales proyectados por la mente sobre la pantalla, y vistos como si ahora fueran gente real.
Esto es lo que pasa en el cuento de Pinocho. Está Gepeto, el fabricante de marionetas, Pepe Grillo que representa a la consciencia y Pinocho, una marioneta de madera que quería convertirse en un muchacho real, un muchacho autónomo, y no solo una marioneta que se maneja con hilos. Quería tener mente propia, deseos propios y vida propia. Y entonces consiguió su deseo. Se convirtió en un muchacho real, que era independiente y podía pensar por su cuenta. En cuanto pudo, ya no quería tener cerca a Pepito Grillo. No quería que la consciencia le hablase y lo guiase. Pinocho dijo: “ya no te voy a escuchar”, y se fue a la isla de Jauja. Allí le pasó algo extraño: ¡se convirtió en un burro! Todo por intentar tener una voluntad autónoma y querer ser un “muchacho real”.
Una vez que nos damos cuenta de que ninguna imagen es real, experimentamos que el cuerpo que creíamos que era el nuestro y los cuerpos que creíamos que pertenecían a los demás, son sencillamente instrumentos que el Espíritu Santo sabe cómo utilizar. En cierto sentido volvemos a estar manejados, ahora con hilos que dejamos en manos del Espíritu Santo. Literalmente dejamos que el Espíritu Santo hable a través de nosotros, actúe a través de nosotros —que haga todo a través de nosotros— en vez de intentar representar el papel de individuo autónomo.
Escena: Chris se despierta a medianoche y Rheya no está. Va a buscarla y descubre que ha intentado suicidarse bebiendo oxígeno líquido. Aunque tiene la cara quemada y parece muerta, vuelve a la vida mientras Chris la mira. Cuando se despierta y Chris dice su nombre, ella responde: “no me llames así”, y le empuja. Más tarde Rheya le dice a Chris: “¿es que no lo ves? Yo procedo de tu recuerdo de ella. Ese es el problema. No soy una persona completa. Tú controlas todo en tu memoria, y aunque te acuerdes mal de algo, estoy predeterminada a llevarlo a cabo. Tengo tendencia al suicidio porque así es como me recuerdas. Mi voz suena como suena porque así es como la recuerdas”. Cuando le pregunta a Chris: “pero, ¿soy de verdad Rheya?”, él responde: “ya no lo sé. Lo único que veo eres tú”.
A Chris le da igual que Rheya no pueda ser una persona real, él quiere aferrarse a la imagen de marido y mujer que forma parte de su concepto del yo. Cree que este concepto es el amor y no quiere perderlo. Cuando nos aferramos a una vida falsificada que no es la vida real, estamos haciendo un trato con el ego. Nada de lo que hay en el cosmos pareció llegar hasta que no se hizo el trato de creer en el ego. Rheya, que comprende esto, le está diciendo que tiene que soltarlo, que tiene que renunciar a ese trato, porque no es real.
Escena: Rheya, mientras mira Solaris por la ventana de la estación espacial, le dice a Chris: “tú y yo tenemos que tener un acuerdo, alguna forma de entendimiento tácito de que yo no soy realmente un ser humano”, y añade: “nunca podríamos tener una vida juntos. Sería imposible”.
Jesús habla en el Curso de este entendimiento tácito como la piedra angular del sistema de pensamiento del ego. Tenemos miedo de levantar esta piedra angular porque el ego nos ha dicho que nos hemos separado de Dios, que Dios está furioso con nosotros, y que vamos a ser castigados. Dice que Dios nos matará si levantamos la piedra angular de este trato sellado con sangre.
Sin embargo, el Espíritu Santo dice: No, no, volvamos al error original. Vas a ver que nada de eso es real, que nada de eso ha ocurrido nunca. Juntos vamos a eliminar esa creencia falsa, la vamos a subir ante la luz y te voy a mostrar que Dios te ama, y que nunca pudiste separarte de Él. La razón de que, cuando profundizamos cada vez más en la mente, las cosas se pongan tan difíciles es que el ego utiliza todos los medios a su alcance para impedirnos descubrir esto.
Escena: Rheya sabe que la Dra. Gordon ha construido un aparato capaz de destruir un “visitante” de manera permanente, y quiere que Chris le permita a la Dra. Gordon usarlo con ella. Arrastrado por el resentimiento y la culpabilidad por el suicidio “real” de Rheya, Chris empieza a tomar un estimulante que le permite permanecer despierto para impedir que Rheya salga de la habitación por la noche.
Esto es un intento a la desesperada de evitar que se repita un pasado en el que él abandonó a Rheya al suicidio. La primera vez que su mente proyectó a Rheya, Chris estaba tan asustado que quería verla desaparecer enseguida, y la eyectó al espacio en una cápsula de salvamento. Pero ahora lo que teme es que se vaya. Chris siente apego y atracción por Rheya, y no quiere perderla. Podemos ver que intentar aferrarse a ella produce la misma enorme tensión que intentar deshacerse de ella. Son el mismo dilema, pues ambos son intentos de manejar la culpabilidad que siente por su muerte.
A pesar de sus grandes esfuerzos, Chris se queda por fin dormido una noche, y sueña que encuentra a Rheya, que se ha suicidado. Como carta de suicidio, tiene en la mano el poema de Dylan Thomas. Chris todavía se culpa a sí mismo de la muerte de Rheya.
Cuando se despierta, descubre que Rheya se ha ido de la habitación, y ha convencido a la Dra. Gordon de que la destruya con su aparato. Ha dejado un vídeo de despedida en el que le cuenta a Chris que, buscando entre sus cosas, encontró su carta de suicidio que él había traído de la Tierra. Eso le hizo darse cuenta de que ella no es Rheya. Dice que sabe que él la quería y que ella también lo quería a él, y que ojalá pudieran vivir para siempre en ese sentimiento. Termina diciendo que a lo mejor hay un sitio donde van a poder, pero que sabe que no es ni en la Tierra ni en la nave.
Escena: Chris discute con la Dra. Gordon, furioso por que ha usado su aparato con Rheya. Ella defiende lo que ha hecho, y le dice a Chris que Rheya le rogó que lo hiciera. La Dra. Gordon dice que ha decidido volver a la Tierra, que se va a casa. Cuando ella vuelve a conectar el sistema operativo de la estación espacial, Chris nota que hay sangre en las placas del techo, y descubre que el Snow real está muerto, encajado en el techo. Chris y la Dra. Gordon van a discutir con Snow, que admite ser un “visitante” y que el muerto es su hermano. Dice que lo mató en defensa propia cuando lo atacó. Sugiere que Chris y la Dra. Gordon lo encierren en su habitación y vuelvan a la Tierra. Le hacen caso y se preparan para marcharse. La Dra. Gordon entra en la cápsula de salvamento antes que Chris, y él se detiene como si estuviera indeciso.
Chris está ante una decisión importante: puede unirse a la Dra. Gordon en la cápsula de salvamento y volver a la Tierra, o puede darse la vuelta y ponerse de cara a la Luz que tanto miedo ha tenido de mirar.
Escena: Chris está en la Tierra a bordo de un tren. Se oye su voz decir: “la Tierra. Ahora hasta la palabra me sonaba rara… poco familiar. ¿Cuánto tiempo había estado fuera? ¿Cuánto había pasado desde que volví? ¿Importaba eso? Intenté encontrarle el ritmo al mundo en el que solía vivir. Seguir la corriente. Estaba silencioso y atento, hice un esfuerzo consciente por sonreír, saludar con la cabeza, ponerme en pie y hacer los millones de gestos en los que consiste vivir en la Tierra. Me estudié estos gestos hasta que volvieron a convertirse en reflejos. Pero me obsesionaba la idea de que lo recordaba todo mal, que de alguna manera estaba equivocado sobre todas las cosas”.
“Obsesionado por la idea de que lo recordaba todo mal”: ¡esa es la clave! Chris ve que solo recuerda a la Rheya del pasado, un recuerdo parcial, y por fin se da cuenta de que ése es el problema. Todos tenemos que llegar a este momento de reconocimiento. Cuando pensamos en alguien de quien tenemos alguna queja, alguien que aparentemente nos hizo daño, o se aprovechó de nosotros, tenemos la posibilidad de abrirnos al reconocimiento de que estamos recordando mal a ese alguien. La forma del recuerdo no importa porque todos ellos son solo recuerdos parciales.
Admitir que tenemos un problema de percepción —“todo lo recuerdo mal”— es la puerta de la verdadera curación. Sin esto, vamos a seguir creyendo tener razón sobre lo que hemos percibido, creyendo tener razón sobre lo que creemos que ha pasado. Cuando preferimos tener razón a ser felices, nos quedamos atascados. La única manera de que podamos experimentar la felicidad es admitir que hemos recordado mal. Cualquiera que sea la situación, la persona, el sitio o la circunstancia, lo recordamos mal.
Escena: Chris se corta un dedo troceando verduras en su cocina. Se mira el dedo mientras lo lava bajo el grifo del fregadero y el corte se cura inmediatamente. Se da la vuelta y mira una foto de Rheya.
Esta escena es la del principio de la película, pero hay una diferencia clave. Esta vez el corte se cura enseguida. Esta curación es simbólica del perdón que ha tenido lugar en la mente de Chris.
Escena: La película retrocede a la escena en la que Chris está en la estación espacial mirando cómo la Dra. Gordon entra en la cápsula de salvamento delante de él. Mira hacia Solaris y decide cerrar la escotilla de escape tras la Dra. Gordon, y darse la vuelta.
Chris ha tomado la decisión. Quiere la luz de Solaris, que representa la Luz en la mente. Cada vez que nos quedamos atrapados en papeles, distracciones, ocupaciones absorbentes, comparaciones, juicios, y así sucesivamente, nos estamos dejando engañar por los trucos del ego, estamos evitando entrar en la Luz. Por eso dice Jesús que los sueños que nos parecen gratos nos retrasarán tanto como aquellos en los que el miedo es evidente.
Es esencial observar la mente, para poder ver dónde nos sentimos atraídos por cualquier parte del sistema de pensamiento del ego, que es como un campo de arenas movedizas. Cuando nos atrae algo del mundo, en realidad se trata de una maniobra dilatoria para impedirnos abrir la escotilla de escape y despertar. Por eso tenemos que estar cada vez mejor sintonizados con el Espíritu, cada vez más dispuestos a ser un vehículo para que el Espíritu se exprese.
Hace falta dejar que el Espíritu utilice nuestro cuerpo, nuestros recursos, cualquier cosa que parezcamos poseer en el mundo de los sueños. De todas formas no poseemos nada, porque realmente no se puede poseer nada. El mundo de los sueños está compuesto solo de imágenes. Si creemos poseer algo en el mundo, es porque creemos que poseer la nada es poseer algo. Cuando empezamos a alinearnos mejor con el Espíritu, nos damos cuenta de que la única manera de encontrar la paz, la alegría y la felicidad, es empezar a ver que la nada no es nada, y seguir a nuestro corazón en lugar de a la nada. El ego dice que esto va a ser un sacrificio. Pero soltar nuestros apegos y despertarnos a la vida eterna no es ningún sacrificio.
La lección 128 del Libro de ejercicios dice: “El mundo que veo no me ofrece nada que yo desee”. Una vez que sintonizamos con esto, el Espíritu Santo nos puede devolver el mundo de una manera completamente nueva, como el sueño feliz o el mundo real. Pero, mientras todavía queramos algo del mundo, estaremos permitiendo que el ego mantenga en su sitio el mundo de la percepción fragmentada. Cuando llegamos al punto de no querer nada ni del mundo ni de nadie, nos damos cuenta de que el mundo nunca tuvo nada que ofrecernos. Cuando decimos: “¡ya está! He tenido suficiente. He terminado. ¡Se acabó!”, y lo decimos de verdad, el Espíritu Santo nos va a devolver el mundo limpio del propósito del ego. Entonces, antes de que desaparezca y despertemos en el Cielo, veremos un mundo bello, feliz y completo.
El Curso plantea esta pregunta: “¿deseo ver aquello que negué porque es la verdad?” (T-21.VII.5). Es decir: “¿quiero ver la Luz porque es la verdad?”. Cuando la respuesta a esta pregunta es sí, ya no hay marcha atrás.
Escena: Snow sonríe alegre al darse cuenta, en la luz, de su total inocencia. Cuando la estación espacial cae en la luz de Solaris, Chris se desploma al suelo, parece muerto. Aparece el hijo de Gibarian y lo mira tranquilamente. El niño extiende la mano y Chris se estira lentamente y la toma.
Chris ha elegido la iluminación —el Perdón Verdadero— y ahora camina derecho a la Luz de Cristo. Regresa a Dios. Esto le parece tremendo al ego, que sabe que ir por completo hacia la Luz significa soltar por completo el concepto del yo y la creencia en la individualidad. En la Unicidad no hay ninguna individualidad, y esto es muy amenazador para el ego, cuya supervivencia depende de la creencia en la separación.
El miedo a la muerte es el miedo a perder la existencia, por eso para el ego ir hacia la Luz es como si fuera la muerte. Chris desplomándose en el suelo es un símbolo del miedo a morir. El niño que aparece extendiendo la mano es un símbolo sereno de la invitación: ven conmigo. Tomar la mano del niño es un símbolo de elevarse. Esa es la verdadera resurrección, no la del cuerpo sino la de la mente. La Biblia dice que un niño pequeño será el guía. Aquí está el hijo de la inocencia diciendo con su mirada: bienvenido a casa. Nuestra única alternativa es entregarnos a la Unicidad. Solo cuando estamos dispuestos a soltar nuestro concepto del yo y a darle paso a la Luz, la experiencia del Amor Verdadero puede venir a ocupar el sitio del miedo.
Escena: Otra vez de vuelta a la Tierra, en su cocina, Chris está mirando una foto de Rheya y esta vez la oye decir su nombre. Cuando se da la vuelta, la ve en pie sonriéndole. Chris pregunta: “¿estoy vivo o muerto?”, y Rheya le sonríe y responde: “ya no tenemos que pensar de esa manera. Ahora estamos juntos. Todo lo que hemos hecho está perdonado, todo”. Se abrazan y la escena se disuelve en la luz de Solaris.
¡No puede estar más claro! Es el paso completo. La última escena es un reflejo perfecto del “como es arriba así es abajo”. Muestra lo que ha ocurrido en la mente, que es una fusión con la Luz, la aceptación de la Expiación. Es una bella expresión del sueño feliz en el que todo está perdonado. ¡La dualidad se ha acabado! “Aquí” y “allá” se han acabado. La Tierra, el tiempo y el espacio se han acabado. Ya no tenemos que pensar de esa manera. Incluso el asunto de estar vivo o muerto, que en la Tierra parece tan importante, es irrelevante al final.
¿Estoy vivo o muerto físicamente? ¿Estoy vivo o muerto psicológicamente? Ya no tenemos que pensar de esa manera. ¿Estoy casado o no? ¿Estoy con él o no? Ya no tenemos que pensar de esa manera. El conflicto está en esos pensamientos de dualidad. Y la curación está en el perdón, en la experiencia de la unificación de la mente.
Todas esas preguntas son la misma en esencia, y en realidad ni siquiera son verdaderas preguntas: son afirmaciones. Preguntas tales como quiero esto o eso, quiero estar aquí o allá, todas dicen lo mismo: soy un ego, ¿cómo puedo escapar lo mejor posible de esta situación terrible de haber caído fuera de la gracia? En realidad, eso no es una pregunta en absoluto. Es reforzar la ilusión.
Para empezar a despertar tenemos que plantear una pregunta Verdadera como: “¿quiero despertar y conocer a mi Creador?”. La respuesta a esa pregunta trae una experiencia completamente distinta. Otra pregunta Verdadera es: “¿quiero ver este mundo de una manera diferente?”. Esta es una pregunta de orden superior, que conduce a una manera de mirar el mundo completamente diferente.
Despertar es llegar a una purificación del deseo en la que solo se quiere una cosa. Jesús dice que cuando solo queramos amor no veremos nada más, solo veremos amor. Entonces nuestra mente se unifica tanto que el mundo desaparece. Gracias, Dios, por este vislumbre de lo sencillo que puede ser. Todo está perdonado, ¡todo! Esta es una afirmación de la inocencia pura.
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