SOBRE LA RELACION DE PAREJA
Anna Horno

 

Libera Tu Ser - Reflexiones personales: "SOBRE LA RELACION DE PAREJA"

 

Pregunta: Hola mi querida Anna,

Ya te comenté sobre mi miedo al abandono. Esto había provocado varios conflictos con mi pareja por proyectarlo en ella. El último conflicto lo tuvimos hace unas semanas. Desde entonces su actitud hacia mí es distante. Yo en cambio sigo estando ahí aunque me duele su actitud. Pero hay veces que el ego me supera y me dan ganas de romper con todo, ya no sé qué hacer. No sé si merece la pena seguir actuando desde el amor, hago todo lo posible, pero mi pareja sigue igual. No quiero cambiar una ilusión por otra, simplemente deseo amarla tal y como es, sin miedo, sin condiciones. Me estoy volviendo loco. Gracias por tu atención, te quiero. A mi pareja tampoco le gusta que la machaquen ni que la controlen.

Respuesta: Mi querido amigo, opino que en toda relación de pareja que emprendemos en el mundo de la mano del ego, existen dos posturas o actitudes básicas, y que terminan resultando ser el detonante del conflicto: los que tienen miedo al abandono, y los que tienen miedo a ser pisoteados. En ambos casos, lo que se oculta es siempre el miedo a la pérdida, ya sea de amor, de identidad, control, etc. Considero que por herencia histórica, una especie de memoria ancestral colectiva, muchas de nosotras mujeres, nos encontramos ahora sustentando ese miedo a la pérdida del control de nuestras vidas, y ante tal posibilidad, que no es otra cosa que percepción de amenaza (ataque), devolvemos el “golpe” bajo la apariencia de una defensa (que por supuesto es otra forma de ataque). Te lo digo para que comprendas que tu pareja sufre tanto como puedas sufrir tú, y tiene tanto miedo como tú puedas tenerlo. Pero lo más importante en todo esto, es darnos cuenta que tanto una como otra actitud, son siempre cosa del ego, el miedo es el que está a cargo de la relación, y de ahí jamás podrá resultar una experiencia del perfecto Amor.

Me comentas que no sabes si merece la pena continuar actuando desde el amor, pero es que mi querido hermano, tu simple planteamiento, ya es una prueba evidente de que NO ESTÁS EN EL AMOR, SINO ACTUANDO “COMO SI LO FUERAS”, es una simple interpretación del ego: un actor dando vida al papel que se le ha encomendado. El Amor no actúa, el Amor Es. El Amor ama sin condiciones, y no lleva una cuenta de lo que “hace por la otra persona”; no guarda un registro contable con el “debe” y el “haber”.  Ama, porque Amor es lo que Es y es lo único que puede y sabe hacer.

Es el amor del ego el que da para obtener, que se recubre de un pellejo de bondad o comprensión o paciencia o generosidad, pero siempre con el propósito de OBTENER, en este caso tú, esperando que tu pareja cese en su actitud. Así comienzan todas las relaciones especiales: a mí me falta algo que espero tú puedas satisfacer: mente de escasez, principio de carencia. Usamos la relación como sustituto del Amor y de nuestra relación con Dios. Las relaciones especiales pueden ser de amor u odio, ambas son formas de “especialismo” e implican ataque, lo único que las diferencia es la manera en que nos acercamos al “otro”. Lo hacemos con una clara y abierta animadversión (relaciones especiales de odio), o adornamos el encuentro con un falso amor (relaciones especiales de amor), que no hace otra cosa sino ocultar el odio que sentimos hacia nosotros mismos y nuestra culpabilidad inconsciente. Tú te encuentras en una relación especial de amor, y esto es así porque, si te detienes a observarte, vas a poder darte cuenta que a poco que rasques en ese supuesto amor, en un instante, ante cualquier pequeña “contrariedad”, se transforma en odio o resentimiento hacia tu pareja, ¿sabes por qué?, porque lo que haces no lo haces desde el Amor, sino desde el sacrificio, cediendo primero con la pretensión de obtener a continuación. En definitiva, para salirte con la tuya en tu afán de lograr tu objetivo., que es el amor de tu pareja tal cual tú lo entiendes.

El Amor es el Rey, pero en las relaciones especiales nos olvidamos de nuestra Excelencia, para reducirnos a pordioseros, mendigos que continuamente imploramos por un mendrugo de pan, habiendo olvidado que la hogaza entera ya es nuestra.

En una relación de Amor verdadero, sabes que la pérdida es IMPOSIBLE. Tú estás en tu mente abundante, te sabes y te sientes pleno, y reconoces que todo lo que das te lo estás dando a ti mismo. No hay necesidades que deban ser cubiertas por nadie más; sabes Quién tú eres y Quién es el “otro”, y precisamente por ser Quién Eres, eres consciente que tienes todo cuanto necesitas. La relación deja de ser un intercambio, una transacción o pura manipulación emocional. Pase lo que pase con el “otro”, jamás hay sensación de pérdida, porque sabes que tu felicidad pasa por hacer felices a los “demás”. Dar y recibir son lo mismo. En una relación de Amor verdadero, jamás te plantearías si vale la pena continuar amando, dando, porque amar y dar, NO SON UNA OPCIÓN, sino LO ÚNICO QUE PUEDES HACER.

Estás mirando tu relación desde el ego, valorando si lo que recibes se encuentra en justa compensación con lo que das. Recuerda que el ego siempre da para conseguir, y por supuesto, siempre espera que en el “negocio”, seas tú quien salga ganando. El ego siempre pretende intercambios de 1 duro por 4 pesetas.

Plantéate si realmente estás dispuesto a transformar tu relación especial en una relación santa, que no es otra que aquella en la que invitas al Espíritu Santo para que pueda producirse el intercambio de la culpa por el perdón. Tu decisión depende de ti, no tiene nada que ver lo que parezca que tu pareja haga o deje de hacer. Lo ideal para una relación santa sería que ambas partes estuviesen dispuestas a ella, pero si tu pareja no lo está, no pasa nada, tú no dependes de ella para decidir AMARLA, así que puedes hacerlo al margen de su decisión, y, por supuesto, debes hacerlo independientemente de lo que parezca estar sucediendo con ella.

Si estás decidido a transformar esta relación, que dicho con otras palabras, significa deshacer el ego utilizando la relación como recurso para tu aprendizaje, en la que el propósito es el del abandono de la percepción de intereses separados, o lo que es lo mismo, alcanzar una experiencia de unidad con otro ser que parece no ser tú, vas a tener que renunciar a todos tus “así debería ser”, creencias, expectativas, deseos, juicios, miedos, ataques, proyección de culpabilidad, defensas o agravios que parezca que la otra persona te está infligiendo. Tienes que centrarte en ti, y renunciar a TODAS las apariencias. Como ves, la tarea no es fácil (de hecho sería lo natural si no fuera por las intromisiones del ego), pero resulta no ser fácil porque debemos desaprender lo aprendido, para poder así reaprender Quiénes Somos. Vaciarnos de pecado para llenarnos de santidad.

Practicar la relación santa con una sola persona, la que elijamos, nos permite acceder poco a poco a nuestra mente amorosa, y residir en ella por intervalos de tiempo cada vez más prolongados. Gradualmente nos vamos acercando al Amor, hasta que finalmente nos hayamos convertido en el Mismísimo Amor, entonces, ese Amor es el que llevamos a TODAS las relaciones, a todas partes y en cualquier circunstancia durante todo el tiempo que dure el tiempo. Esta primera relación santa es la “pista de despegue”,  la que abona el terreno, la que lo trabaja y prepara hasta convertirlo en suelo fértil donde la semilla del Amor podrá al fin florecer.

¿Estás dispuesto a ello? Tu compromiso HA DE SER TOTAL, bajo ningún concepto podrás justificar tu ira, o tus resentimientos o tus deseos de venganza, ni cederás a la tentación de percibirte como una víctima de la “otra” persona o de los acontecimientos, simplemente reconocerás el juego, observarás tus emociones y reacciones (sin juzgarlas) y renunciarás a todo ello, no sólo recordando, sino lo que es más importante, ACEPTANDO la inocencia de tu hermana, que es tu propia inocencia.

Que la paz y el Amor sean contigo hoy.

«El más santo de todos los lugares de la tierra es aquel donde un viejo odio se ha convertido en un amor presente» (T-26.IX.6.1).

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