SIN SOLIDARIDAD NO HAY FUTURO
Publicado en revista Dietética y Salud - Nº 161
Juan Antonio Gómez: director de la Asociación de Alternativas, Motivación y Acompañamiento (ADAMA).
“Tengo 39 años, estoy casado y tengo un hijo. Soy una persona creativa, innovadora y luchadora. Desde hace 4 años colaboro con ADMA, una asociación que ofrece tratamiento con terapias naturales a colectivos sin recursos”.
¿Qué te impulsó a entrar en ADAMA?
La idea. Me pareció genial, y la fórmula para llevarla a cabo.
¿En qué consiste exactamente?
ADAMA es una entidad que pretende ayudar a personas o grupos de personas sin recursos económicos que se encuentran en situación o riesgo de exclusión social. Y lo hace ofreciendo tratamientos con terapias naturales. Pero lo hacemos de forma profesionalizada. Y ése ha sido el secreto de nuestro éxito.
¿Qué quieres decir?
Bueno, es lo que nos diferencia de otras iniciativas: promovemos la solidaridad y todos los que colaboramos somos voluntarios, pero nos hemos organizado como una empresa, para asegurar la calidad y la profesionalización de nuestros servicios.
Pero hay más gente que impulsa iniciativas parecidas…
Sí, pero la mayoría tienen ciclos de vida muy cortos, es decir, no duran más de 1 o 2 años, porque nacen con muy buenas intenciones, pero no se plantean la profesionalización. Hay grupos de terapeutas que son amigos, y se unen con la idea de ayudar, y asociaciones que incluyen talleres de risoterapia entre sus actividades, por poner un ejemplo, pero el sistema actual no facilita el mantenimiento a largo plazo de este tipo de proyectos, se exigen muchos requisitos, así que acaban desapareciendo.
Tú eres ingeniero, ¿qué sabías de terapias naturales?
Bueno, a mi favor diré que hace más de 10 años que soy usuario de homeopatía, la fitoterapia y los masajes. Creo que la medicina natural ejerce un papel complementario a la medicina tradicional, y que lo importante es saber escoger en cada momento la que nos va a resultar más útil. De todos modos, yo colaboro en ADAMA como gestor, no como terapeuta.
¿Y cómo te organizas para sacar tiempo?
Trabajo en otra empresa en la que debo cumplir un horario de 40 horas semanales, así que suelo llevarme trabajo a casa los fines de semana e invierto muchas horas extras por la noche. Pero para mí es un incentivo, no una sobrecarga.
¿Cuántos sois en total?
Actualmente la asociación cuenta con 200 voluntarios, 120 de ellos son terapeutas y el resto se ocupa de labores de gestión y administración. Cada uno dedica a esta actividad el tiempo que puede, pero colaborar implica un compromiso, porque los terapeutas deben asistir semanalmente a las sesiones que tienen programadas hasta finalizar el tratamiento, y luego hay una evaluación de los resultados.
¿Y a qué tipo de colectivos ayudáis?
Empezamos colaborando con la Asociación Ciudadana Anti-Sida de Cataluña (ACASC), y fue un reto muy duro, pero tuvimos muy buenos resultados y eso nos animó. Así que fuimos ampliando nuestro campo de actuación y ahora tratamos a personas mayores y niños en exclusión social, mujeres que han sido víctimas de la violencia de género… Actualmente colaboramos con 23 albergues y centros de acogida de Cataluña, aunque nos movemos básicamente en la provincia de Barcelona.
¿Cómo decidís la terapia adecuada en cada caso?
Tenemos un equipo de proyectos que visita los centros y estudia –junto con el personal que los dirige- cuál es la mejor opción. Una vez tomada la decisión, hace la propuesta y se encarga de realizar el seguimiento y la evaluación de los resultados. Es el grupo que tiene mayor responsabilidad, y lo integran una enfermera, sociólogos, psicólogos, personal especializado en gestión de proyectos y terapeutas.
¿Todo el mundo acepta la ayuda?
De entrada, la idea de ser algo natural suena bien y no da miedo ni provoca rechazo. Además, creo que aquí el desconocimiento ha sido un factor de éxito. Tomar pastillas o hacer terapia psicológica supone un esfuerzo, pero pocas personas rechazan, al menos de entrada, que le hagan un buen masaje, por ejemplo. Es verdad que hay algunas que son más reacias, pero después los que las prueban están contentos, así que corre la voz y casi todos se apuntan.
¿Habéis notado algún cambio espectacular?
Sí, hay casos sorprendentes. Hay personas que en 3 meses hacen un gran cambio y otras que necesitan al menos 1 año, pero en todos los casos la mejoría es muy significativa.
Explícanos algún ejemplo…
Hubo un chico portador de VIH que llevaba en la calle desde los 18 años, tenía 39 y no hablaba con nadie. Y en sólo 3 meses de tratamiento se transformó de forma radical, hablaba por los codos, y logró salir de su aislamiento. También se han dado casos de personas sin techo que han empezado a preocuparse por su aspecto y han conseguido dar un sentido a su vida. Con su mejoría contribuyen a la de los centros de acogida y el efecto positivo se multiplica, porque es un estímulo para otras personas.
¿Qué terapias suelen dar mejores resultados?
No es que unas resulten más efectivas que otras, depende de la situación en la que se encuentre cada persona y de sus necesidades. Por ejemplo, para los que viven en la calle, un masaje produce un doble efecto, físico y emocional: les relaja la musculatura y reduce su estrés, ya que son personas que viven en un estado de alerta permanente, pero también les proporciona mucho bienestar, porque implica atención personalizada y contacto físico, algo que puede ser que haga muchos años que nadie les ha dado.
En cambio, en el caso de las mujeres que han sido objeto de maltrato, preferimos terapias grupales, como la biodanza.
Con la crisis, ¿hay más demanda de ayuda?
Sí, antes éramos nosotros los que íbamos a los centros para ofrecer nuestros servicios, pero ahora nos llaman, de promedio, unas tres nuevas entidades cada mes.
Y tal como están las cosas, es posible que cada vez tengáis más llamadas…
Sí… pero, afortunadamente, tenemos socios y simpatizantes que colaboran haciendo una aportación, y empresas que canalizan su ayuda a ADAMA a través de fundaciones, como obra social.
Pero nuestro presupuesto no excede los 50.000 euros anuales. Sin embargo, sólo durante el año pasado impartimos 9.000 horas de terapias, de las que se han beneficiado unas 800 personas.
¿Cómo veis el futuro? Porque está claro que cada vez hace más falta la solidaridad
Es que sin solidaridad no hay futuro. Se estima que de noviembre de 2011 a abril de 2012 unas 350.000 personas han dejado de percibir el subsidio del paro. Así que no podemos quedarnos de brazos cruzados.
Hasta el momento las redes sociales son las únicas que realmente están apoyando a estos colectivos (familia, amigos, etc.), pero si ese apoyo no se mantiene, vamos a necesitar mucho apoyo de otro tipo y recursos para poder suplirlo…
El consejo…
“Todos podemos contribuir a mejorar el mundo. Hay muchas cosas que se pueden hacer, aunque sea a pequeña escala, sólo hay que proponérselo”.
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