SANACIÓN MENTAL Y SANACIÓN FÍSICA
Anna Horno

 

Libera Tu Ser - Reflexiones personales: "SANACIÓN MENTAL Y SANACIÓN FÍSICA"

 

Pregunta: ¿Cómo es posible que un maestro muera supuestamente de diabetes crónica y envenenamiento si tenía tanta meditación y consciencia, o es que la consciencia despierta no garantiza la sanidad corporal, en la unión de sanidad mental-cuerpo como un Uno y no separados?

Respuesta: Lo importante no es de qué murió, sino cómo vivió.

El cuerpo fue creado sobre las bases de lo finito y perecedero, de manera que en algún momento deberá extinguirse. La unión mente-cuerpo es un oxímoron, son dos conceptos irreconciliables, puesto que la mente pertenece al ámbito divino de la eternidad y la santidad, mientras que el cuerpo es parte de la fabricación-proyección del ego, basada en la creencia en el pecado y el castigo, o en la culpa y el miedo que son sus efectos.

Un ser iluminado puede morir de diabetes, o de cáncer o de cualquier otra dolencia, y la cuestión aquí es si su mente estuvo en paz durante todo el proceso de la enfermedad. La muerte no es más que el tranquilo abandono del cuerpo una vez que éste ha dejado de cumplir con su propósito como instrumento de práctica y aprendizaje.

En la realidad UNA la muerte no existe, puesto que somos un pensamiento de Amor en la mente de nuestro Creador, pero mientras creamos que somos un cuerpo, lo que experimentamos con cada aparente muerte, es un simple “cambio de traje”, asumiendo un nuevo envoltorio o identidad corpórea.

La enfermedad reside en la mente, no en el cuerpo. El único poder creativo se encuentra en la mente. El cuerpo es neutro, no es nada, y en su nadería es, por tanto, incapaz de sufrir o gozar. Ésta es la razón por la que Un Curso de Milagros afirma que una mente libre de pecado es incapaz de sufrir.

“Ésta es la única imagen que puedes ver, la única opción que tienes ante ti, la otra posible causa, si es que tú no eres el soñador de tus propios sueños. Y esto es lo que eliges cuando niegas que la causa del sufrimiento esté en tu mente. Alégrate de que lo esté, pues de esta manera tú eres el único que puede determinar tu destino en el tiempo. Las únicas alternativas que tienes ante ti son o bien una muerte durmiente y sueños de maldad por una parte, o bien un feliz despertar y la alegría de la vida por otra” (UCDM, T-27.VII.9)

La sanación del cuerpo es un reflejo de la sanación de la mente. No obstante, el hecho de que el cuerpo en apariencia no haya sanado, no implica necesariamente que la mente no lo haya hecho. ¿Y cómo sabemos si la mente ha sanado? Lo sabemos por nuestra actitud ante las aparentes circunstancias que rodean nuestras vidas individuales. Si estas circunstancias no afectan a nuestra paz interna, es que hemos comprendido el sueño de este mundo. Pero si continuamos viviendo condicionando nuestra paz, nuestra felicidad y nuestro amor a lo que percibimos ahí fuera, en el mundo, es que el sueño del ego continúa su viaje.

De manera que no te preguntes de qué murió, pregúntate simplemente cuál fue su actitud respecto a lo que pareció estar sucediendo.

«Como dos aves doradas
posadas en el mismo árbol,
el ego y el yo, íntimos amigos,
viven en el mismo cuerpo.                                                

El primero come los frutos
dulces y amargos del árbol de la vida,
mientras que el segundo,
observa con indiferencia» (Upanishad Mundaka)

El cuerpo es solamente el efecto, o el reflejo, del contenido de nuestra mente, que es la causa, el origen.

Continuar tratando de mejorar el efecto no funciona, es la causa (nuestra mente) la que debe ser sanada. De ahí que la frase sea: “MENTE SANA, CUERPO SANO”.

Efectivamente es posible actuar sobre el cuerpo, y mejorarlo o cambiarlo, pero ¿qué sentido tiene y con qué propósito lo hacemos?

El cuerpo es parte del sueño, y si queremos dejar de dar valor a lo que en verdad no tiene ninguno, es mejor que abandonemos toda preocupación relacionada con el mundo, y por supuesto con el cuerpo.

Nuestra realidad es que somos espíritu. Retornar a nuestro estado natural de perfecta inocencia sin forma, es el único cometido de valor en el mundo. Nuestra mente se ha dormido y está soñando, está soñando con un mundo en el que es posible la pérdida, el sufrimiento y finalmente la muerte. Pero no es real, es sólo un sueño.

Despertar es alcanzar la iluminación, y la iluminación implica a la mente, que no al cuerpo, por eso todos nuestros esfuerzos orientados hacia el cuerpo son vanos y perpetúan el mundo ilusorio.

Todo lo que aparenta suceder en nuestra experiencia es una oportunidad, una oportunidad para acercarnos a Dios o alejarnos de él. Podemos mirar las oportunidades de la mano del ego, o en compañía de Dios… aquí se encuentra toda la diferencia. Viendo de la mano del ego, experimentamos sufrimiento, mientras que permitiendo que el Amor sea nuestro Guía, alcanzamos la paz y la felicidad incondicionadas.

Bendiciones!!

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