REVITALIZA TUS CINCO SENTIDOS
Publicado en revista CuerpoMente- Nº 262
El sentimiento de éxito o fracaso es fundamental en nuestras vidas. Una especie de juez invisible parece ir valorando aquello que hacemos o dejamos de hacer. Se trata de una sensación subjetiva acerca del valor personal, aunque la mayoría de las veces se basa en la opinión que los demás puedan tener de nosotros. También suele haber un componente de autocrítica.
El concepto de éxito tiene, como veremos, múltiples aspectos. El más simple y extendido es considerar que quien logra tener mucho dinero o reconocimiento social es alguien con éxito. Se juntan aquí otras valoraciones como la fama, el aplauso del público o la victoria, el lograr vencer a un competidor.
Desde esta óptica, el estereotipo de persona “ganadora”, fijado en nuestro imaginario a través del cine y los anuncios televisivos, es el magnate de las finanzas, el actor de moda o el futbolista de élite. Estos parecen brillar en su lejano olimpo, mientras que el común de las personas sueñan con acercarse a ellos, sea a través de un buen negocio o de un golpe de fortuna.
R.W. Emerson define el tema con sencilla claridad: “El éxito consiste en obtener lo que deseamos. La felicidad en disfrutar lo que se obtiene”. En efecto, el deseo es el motor de nuestros actos a lo largo de la vida, desde el nacimiento a la muerte. El tener proyectos y legítimas ambiciones es algo bueno. Al igual que sentir satisfacción por haber alcanzado un objetivo, grande o pequeño.
El problema surge al decidir qué deseos son realmente importantes o nos convienen, también cuando la experiencia nos demuestra que no siempre basta con desear algo y trabajar para conseguirlo. Deben tenerse en cuenta nuestras propias limitaciones, así como factores desconocidos que pueden obstaculizar el camino o bien hallarlo (suerte, fortuna).
LAS CUATRO METAS
El Vedanta, uno de los sistemas de sabiduría más antiguos, resume así los deseos u objetivos en la vida del ser humano:
Seguridad (Artha): incluye desde las necesidades básicas como alimento y cobijo hasta el deseo de riqueza y fama. Todo lo que evite la sensación de inseguridad, de no tener suficiente protección.
Placer (Kama): buscar sensaciones placenteras y evitar las que desagradan. La gama de posibilidades es muy amplia: gastronómicas, eróticas, estéticas, lúdicas… A los instintos se unen aspectos psicológicos más elaborados. Nos aparta, aunque sea momentáneamente, del sufrimiento.
Ética (Dharma): aceptación de normas de conducta. No todos los deseos son legítimos, depende de la intención y circunstancias. No es correcto, por ejemplo, dañar a los demás para lograr nuestros objetivos. Tanto la ética laica como la moral religiosa incluyen este aspecto.
Liberación (Moksha): se refiere a la dimensión espiritual de la vida, al sentirse libre de las ataduras del ego y lograr un estado de paz interior. Estado de plenitud que no depende de la consecución de determinados deseos.
Vemos que los dos primeros niveles los compartimos con los animales, mientras que los dos últimos son de índole humana. A menudo el dinero y el placer no nos evitan la inseguridad y el miedo. No se trata de despreciar una vida próspera, sino de buscar la objetividad acerca de lo que nos puede hacer realmente felices y lo que son simples espejismos. Todavía hoy en la India no es extraño que alguien que goza de elevado estatus, al jubilarse se retire de la vida social. Puede hacerse incluso monje errante o construirse una cabaña en el jardín de su residencia y allí dedicarse a la vida espiritual, preparándose su comida y lavándose la sencilla ropa. Lo que significa que todo lo que había hecho hasta entonces tiene un valor, pero ahora hay que concentrarse en el valor esencial.
SENSACIÓN DE FRACASO
Querer alcanzar el éxito nos estimula a sacar lo mejor de nosotros mismos, a buscar nuevos horizontes. Estudiar, aprender un oficio o practicar un deporte incluyen necesariamente esa posibilidad de superación.
La cara menos agradable de tal búsqueda es que psicológicamente caigamos en la trampa de creer que no alcanzar determinado objetivo supone automáticamente un fracaso.
Recuerdo el caso de un paciente que estaba deprimido. Al preguntarle sobre el motivo de su estado, confesó que era debido a que se consideraba poco inteligente. Se trataba de una persona que se expresaba con elocuencia, por lo que le hice notar mi extrañeza al respecto, a lo que respondió que se sentía infeliz al compararse con los grandes maestros de ajedrez… Esto puede parecer exagerado, pero a menudo sentimos una sensación de fracaso porque no tomamos distancia ante determinadas expectativas. Querer dedicarse a algo que no se corresponde con nuestras aptitudes o empeñarse en imitar a otros, es un error frecuente. No es oro todo lo que reluce, ni es éxito lo que a veces se vende como tal.
Cada uno de nosotros completa la vida y actúa desde una determinada posición tanto personal como social. Es como un gran teatro en el que actúan diferentes personajes. ¿Pero acaso en una representación quien hace de mendigo debe ser considerado peor actor que el que hace de rey?
En el deporte, otra metáfora de la vida, la divisa olímpica “lo importante es participar” merece ser meditada. ¿Es un fracaso el atleta que no llega el primero a la meta? Si se ha esforzado y ha dado lo mejor de sí, está claro que es un ganador.
Desde esta óptica, también cabría considerar que el invierno es un fracaso de estación, puesto que la vida se esconce y debemos abrigarnos. Pero, con una visión más amplia, podemos admirar su belleza y cualidades, además de reconocer que es la antesala de una nueva primavera.
ALEGRÍA Y PAZ
Buscar el éxito y a la vez no considerarlo como lo más importante podría ser una equilibrada actitud. Como escribió Camus: “El éxito es fácil de obtener, lo difícil es merecerlo”. Cuántas veces un equipo juega mejor que el adversario, pero este vence tras un golpe de fortuna. Aunque esto sea teóricamente una derrota, en verdad no lo es.
La mayoría de deseos que tenemos, sean conscientes o inconscientes, a menudo no se cumplen. Esa parece ser la norma, por tanto, mejor no amargarse. Lo que esos deseos, locos o razonables, representan, es la posibilidad de abrirse a la vida y participar activamente en ella, no de ser meros espectadores. Otra posibilidad es renunciar al incesante encadenamiento de deseos, en el sentido de saber que nunca nos llenarán por completo.
Más que la opinión de los demás, lo que importa es lo que pensamos de nosotros mismos, pues todo cambia pero el yo permanece. Estar en paz con uno mismo es importante. Como dice Swami Dayananda: “Si la persona se siente a gusto siendo ella misma, quienquiera que sea ese yo, podemos decir que esa persona ha tenido éxito”.
Se dice que el secreto del éxito consiste en estar en el lugar y momento adecuados. Para eso hay que estar preparados y cuando surge una oportunidad, aprovecharla. Eso es cierto, pero también que el estar aquí y ahora, sin necesidad de hacer algo especial, es ya un éxito.
Elisabeth Gilbert pone de relieve que en España, no sólo al ver bailar flamenco, sino en otras actividades, cuando alguien hace algo bien, está inspirado y lo disfruta, algún espectador exclama: ¡olé! Hay alegría y todo está bien en ese momento mágico. Siempre existe esa posibilidad de sencilla plenitud. Pero si no es así, nos da un consejo: “No te desanimes, haz tu trabajo. Si sale bien, ¡olé! Si no, lo intentaste. Pero sigue bailando…”.
RECORDAR LOS ÉXITOS
COMO LA PRIMERA VEZ
Tenemos la mala costumbre de recordar los fracasos y, sin embargo, tendemos a olvidarnos de los numerosos éxitos que hemos tenido. Aprendemos a caminar, hablar o ir en bicicleta y esos momentos estuvieron llenos de felicidad, pero ahora los consideramos como hechos sin importancia. No somos capaces de sentir emoción al realizar tales acciones porque se ha vuelto algo mecánico, pero podemos volver a disfrutarlas como si fuera la primera vez.
UNA ALEGRÍA DIARIA
En ese sentido, cada día hay muchos éxitos que celebrar: la salida del sol, la voz de tu madre o de tu hijo a través del teléfono, prepararle la comida a alguien, agradecer, perdonar, reír, amar…
CUMPLIR CON EL DEBER
TAREAS IMPORTANTES
Hay cosas que deben hacerse, pues de lo contrario, suponen un fracaso. Los padres deben amar y cuidar a sus hijos y estos, amarlos y respetarlos. El trabajo debe hacerse con responsabilidad. Todos los oficios son igual de dignos y llevarlos a cabo es un éxito en sí mismo.
CONCIENCIA DE PAZ
Es importante cumplir con los dictados de la conciencia. Nelson Mandela pasó casi 30 años preso, se le ofreció la libertad si renunciaba a la lucha social, pero dijo que no podía considerarse libre si no lo eran el resto de ciudadanos negros. Aparentemente era un fracasado, pero siendo fiel a sus principios, logró el mayor de los éxitos, y así lo reconoce todo el mundo.
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