NO PERCIBO LO QUE MÁS ME CONVIENE
Por Anna Horno
Como el propio Curso afirma: «Si te dieses cuenta de que en realidad no percibes lo que más te conviene, se te podría enseñar lo que ello es. Pero como estás convencido de que lo sabes, no puedes aprender».
Así es amigo mío. Hasta ahora has creído ciegamente en el plan del ego para tu salvación. Conoces ya el resultado de su plan. ¿Acaso te ha aportado algo de lo que prometía? La respuesta es NO, de otro modo, no estarías aquí esperando encontrar respuestas. Sé honesto, tu plan ha fracasado estrepitosamente.
Tú has definido el propósito de este mundo, y también su significado. Durante toda tu vida has estado decidiendo de antemano qué era lo que más te convenía, y equivocándote al centrar tu búsqueda fuera de ti, en el mundo, y tantas veces como creíste encontrar, sentiste una punzada de decepción. Tal vez pensaste que era el dinero, o una relación de pareja, o un trabajo mejor… y lo conseguiste, y sólo te sirvió para observar la ausencia de felicidad en tu corazón. Sí, tal vez experimentaste una falsa sensación de satisfacción, pero ¿cuánto duró?, ¿dos días, tres semanas, un mes, dos años?, por eso era falsa: estaba a merced del tiempo y los resultados. Al final, por un motivo u otro, volviste a tu estado inicial de falta de paz. Ello demuestra que desconoces absolutamente el desenlace que te haría feliz.
Porque has buscado tu salvación donde ésta no se encuentra.
¿Cuánto tiempo y cuántas experiencias más vas a necesitar para reconocer que «tu manera» no funciona? ¿Acaso no ha llegado todavía el momento de que te rindas ante la evidencia de que eres incapaz de proveer tu propia felicidad?
Renuncia al ego, amigo. Renuncia a todas tus ideas acerca de todo. Renuncia a tus juicios, renuncia a tus deseos y expectativas, renuncia a todos tus miedos y preocupaciones, renuncia a tus resentimientos. Renuncia a todo significado que creas que el mundo tiene. Sólo entonces se te podrá enseñar un modo mejor, un camino que te conducirá hacia una paz y una dicha sin límites… éste es el plan que Dios tiene reservado para ti. ¿Estás dispuesto a aceptarlo?
No temas perder algo valioso, no sientas que se te pide algún tipo de sacrificio. No tienes que renunciar a nada en el mundo… la renuncia sucede en tu mente, ¿cómo?, dejando de dar valor a lo que no lo tiene, y no lo tiene porque no es nada, no es real, no existe.
No te pido que creas en mis palabras, pero sí que estés dispuesto a concederles el beneficio de la duda.
Permítete dejar de percibir la salvación como algo que se encuentra fuera y lejos de ti. No es así: se encuentra contigo, porque eres tú mismo… tu felicidad no procede del mundo, sino de ti. Y todo lo que el mundo necesita es tu propia salvación, es mediante ella que el mundo se salva contigo, puesto que el mundo no existe excepto en tu mente.
Tanto tu culpabilidad como tu santidad proceden de ti. Una la impone el ego, la otra, es el regalo que nuestro Padre te ofrece «constante-mente» ¿Has apreciado la palabra en todo su significado? Constante + mente. Mente constante, una constante en tu mente. Para experimentar esa constante, sólo es preciso que aceptes Su regalo, renunciando en tu mente a los regalos envenenados con los que el ego te engaña.
Tanto tu santidad como tu salvación proceden de ti, de tu decisión de aceptar en tu mente los Dones de Dios. Desarrollemos esta idea:
Todo cuanto pretendes con esa búsqueda externa, es alcanzar tu salvación. Ahora introducimos la idea de que tu salvación no procede del mundo, sino de tu mente. Si tu santidad y tu salvación dependen únicamente de ti, significa que todo depende de ti. De ti dependen entonces tu felicidad, tu plenitud, tu fortaleza y tu confianza. De ti depende que experimentes dolor, ira, sufrimiento o cualquiera otra de las variantes del miedo, o que por el contrario, permanezcas en un estado de paz y alegría constantes.
Como puedes ver, la responsabilidad ha cambiado de manos. Ya no eres la víctima de lo parece que sucede en el mundo, sino el responsable por razón de la interpretación que haces de ello. Ya no eres el efecto del mundo, sino su causa. Ahora el responsable por cómo te sientes eres tú mismo. Alégrate de que así sea. No tienes por qué estar a merced de los resultados que tu ego desea y que bien podrían no producirse, sino que por el contrario, te encuentras en una posición privilegiada, desde la que eres libre de elegir que, independientemente del desenlace en el mundo, tu mente va a permanecer serena con la mirada puesta en el Cielo.
El insignificante «precio» que pagamos por experimentar nuestra salvación, que no es otra cosa que nuestra felicidad, es el de la renuncia a todos nuestros ideales, esos que hemos erigido en torno a ese cuerpo que creemos ser, y que utilizamos a modo de «trinchera» para mantenernos a salvo del Amor. Cuán grande es nuestro temor y resistencia a Dios…
Hemos defendido a ultranza un puñado de mentiras, y hemos pagado un alto costo por ello. Ha llegado el momento de aprender a mirar más allá de las apariencias, donde la Verdad queda oculta tras el velo de las ilusiones.
TE GUSTARÁ VISITAR...