Durante años, me estuve preguntando por mi propósito en esta vida, cual el trabajo que me inspira, y donde y de qué modo desenterrar la llave de mi felicidad...

He descubierto que esas cosas que siempre me han hecho sentir especialmente bien; las mismas en las que he buscado refugio a lo largo de toda mi vida por un motivo u otro; aquellas tareas que en vez de restarme energía, me la multiplican, son aquéllas para las que estoy destinada, las que me proporcionan una sensación de plenitud, de estar en Paz... son mi modo de expresión, las que me conectan con mi Yo y con Dios.

Es curioso observar cómo a menudo, lo más evidente, lo pasamos por alto durante años y años... quizá la razón sea tan simple como que las cosas suceden únicamente cuando estamos preparados para recibirlas... estoy segura de que esa es la respuesta, o al menos, parte de ella.

Opino que el miedo, nuestros condicionamientos, y la falta de seguridad en nuestras capacidades, juegan también un papel decisivo en este sentido... ¿cuántas veces hemos dejado de hacer cosas por temor al fracaso?, ¿cuántas, hemos abandonado incluso antes de comenzarlas, por no creernos lo suficientemente buenos, a veces porque así nos lo hicieron creer, optando inmediatamente por el desprecio hacia nosotros mismos?

Estas páginas, espero puedan servir a otros de inspiración, otros que, como yo, llevan años buscando el mapa del tesoro, ese tesoro que se encuentra en el interior de cada uno de nosotros, y al que sólo nosotros tenemos acceso.

Si deseamos conocer el secreto de una vida plena y abundante en todos los sentidos, iniciémonos en el viaje hacia dentro, conozcámonos un poco mejor, y ninguna pregunta quedará sin respuesta nunca más...

Hace algún tiempo, mientras dormía, me desperté sobresaltada en mitad de la noche... me asustaba la idea de no llegar a conseguir nada significativo en mi vida... inmediatamente después, caí en la cuenta de que en realidad, mi trayectoria había sido, desde que recuerdo, un acto de improvisación a cada paso; un constante ir de aquí para allá, sin una ruta establecida, sin un objetivo claro y bien definido hacia el que moverme; sin más propósito que el de huir, sin ni tan siquiera conocer el objeto de mi huida...

Siendo de este modo, ¿qué podía esperar que sucediese?... si tuviera que definirme con un solo adjetivo, éste sería, sin duda, el de “dispersa”... Cuarenta y un años, y pocos logros en mi haber...

A los diecisiete, obtuve mi primer trabajo, un trabajo no sólo mal remunerado, sino que también, y lo que a mi entender fue el factor desencadenante de mi insatisfacción, un trabajo totalmente ajeno a las expectativas de mi corazón... iba a ser el preludio de un largo periodo, carente de significado y falto de control.

¿Qué me retenía en el camino errado?, ¿qué me impulsaba, cada cierto tiempo a romper con todo lo conseguido hasta entonces?

Cien veces construí, para destruir poco después, y cien, o mil veces más, volvería a hacerlo, pues sin ese deambular, jamás hubiese comprendido que el problema eran los cimientos, carentes de una base sólida...

Afortunadamente, he vuelto a nacer... quizá necesité llegar a lo más profundo de la desesperación, para detenerme a contemplar... quizá necesité abandonarlo todo una vez más, y darme cuenta, por primera vez, de que estaba siendo una vez más, para pararme a analizar ¿por qué?, ¿dónde me estoy equivocando?, ¿cómo deshacer el “bucle” en el que se ha convertido mi existencia?

Siempre he admirado a esa clase de personas que tienen claro el camino a seguir; siempre me ha sorprendido constatar que incluso muchos niños, saben algo que yo desconocía... ese algo, ahora tiene un nombre para mí, se llama deseo, se llama propósito, y la intención y toda mi energía, orientadas en esa única dirección.

Cuando caminamos por este mundo sin un rumbo fijo, abandonándonos a la deriva, siguiendo lo que nos resulta más cómodo o lo que dicen los demás que es mejor para nosotros, nos desenvolvemos con un claro sentimiento de impotencia, victimismo y fatalidad. Ese sentimiento, va menguando poco a poco nuestra capacidad para la toma de decisiones desde el punto de vista de quienes somos, o qué deseamos... opino que si realmente existe el concepto de “pecado”, éste es, sin duda, el mayor y más grave de cuantos pudieran cometerse, pues atenta directamente contra nuestra esencia, contra nuestra naturaleza íntima, particular y excepcional... estamos despreciando lo que nos ha sido regalado...

Analízate, obsérvate, descubre qué cosas son las que verdaderamente amas, y ve hacia ellas, manteniendo el rumbo fijo, sin distracciones, sin miedos... No pongas excusas, pues no haces más que continuar proveyendo tu insatisfacción y retrasando tu expansión y el pleno crecimiento.

Rompe el bucle, sal de esa actitud de derrota, y despierta a la vida en este maravilloso Planeta.... expande tus horizontes y obtendrás una visión más clara del significado profundo de VIVIR.

No seas un simple soñador, conviértete en el máximo hacedor de tu experiencia vital... en el Universo, no existe el concepto de la falta de oportunidades; únicamente está en tu mente... decide, por tanto, qué deseas hacer, y vive, en adelante, con la certeza de que la oportunidad se presentará ante ti.

Ama tu trabajo, da lo mejor, de corazón, ama lo que haces en cada momento, pero si no es el anhelo de tu Alma, no olvides jamás donde están puestas tus metas... comienza a trabajar con tu actitud en esa dirección, irradia tu propósito... yo rompí con todo, era una necesidad urgente, pero todos los caminos conducen al mismo lugar... de algún modo, cuando estamos preparados, una puerta siempre se abre...

No deposites tus expectativas en nada que no seas tú mismo... yo anduve durante años buscando la relación perfecta, ese hombre que por “arte de encantamiento”, iba a sacarme de mi miseria emocional; hoy sé que nadie más que yo, tiene la capacidad de hacerme sentir que he llegado al Paraíso... el Cielo y el Infierno, se encuentran en nuestro interior, decidir en cual de ambos mundos deseamos vivir, es nuestra elección personal, y no depende de nada ajeno a nosotros.