LO QUE EXTIENDES ES LO QUE ERES

 

Libera Tu Ser - David Hoffmeister "LO QUE EXTIENDES ES LO QUE ERES"



Del Libro de David Hoffmeister "Sosiega la Mente - De Regreso a Dios" (Unwind Your Mind - Back to God) - LIBRO II - Capítulo II
Traducido al castellano por Juan Illan Gómez.

 

Participante: Creo que confiar en la creencia en que estamos separados, justifica nuestros defectos. Nos identificamos con nuestros defectos pensando: Bueno, esto es sólo porque soy humano. Es algo que se autoalimenta. Puede ser la cuestión del huevo y la gallina. ¿Qué vino primero, la equivocación o la creencia en ser capaz de cometer equivocaciones? Y es una especie de asunto opinable, sólo un juego de ideas. Cuando las cosas salen mal, cuando las cosas son imperfectas, tenemos un fundamento, algo así como: Bueno, ¿y qué esperabas?

David: Esos pensamientos están retenidos por la mente para justificar la experiencia. Después de un tiempo uno empieza a espabilarse. Llega el momento en que uno siente: “basta ya con esto”. Entonces hay disposición a mirar realmente a tus pensamientos, mirarlos bien de cerca con Jesús, y dejar de intentar justificarlos. Si te sientes enfadado, el ego te dice que armes una buena, que le eches la culpa a algo o a alguien de ahí fuera en el mundo. Te sentirás mejor. Te librarás de ello cargándoselo a otro. Dale una patada al perro, haz esto, haz lo otro, ¡pero ponlo fuera! Pero la proyección no funciona. Es como un boomerang. Tíralo ahí fuera y vuelve y te pilla por la espalda, y te sientes culpable.

Después de suficientes veces de tirar el boomerang y llevarse el golpe por la espalda, la mente empieza a ver que hay truco. Hay algo que no sale bien cuando sigo intentando proyectar estas cosas. Si uno capta la metafísica de esto, sencillamente sabe que hay una ley del Cielo. La ley del Cielo es ésta: Lo que extiendes es lo que eres. Dios se extiende a sí mismo –el amor– y así es amor. Su Hijo es igual: cuando extiendes amor, eres amor. Jesús dice que cuando entras en el mundo de los sueños, es sólo una aplicación equivocada, o distorsión, de esta ley única del Cielo. A través de la lente del ego "lo que extiendes es lo que eres" se convierte en "te creerás lo que proyectes". Cuando proyecto el mundo ahí fuera, estoy intentando librarme de ese mundo, sacarlo fuera de mi mente. Intento deshacerme de la dualidad –la división que hay en mi mente– y la proyecto. En cuanto la proyecto me la creo. Y seguro que parece creíble, ¿verdad? ¿No parece real este cuerpo? Todo el asunto es cuestionar las creencias y los pensamientos. Uno tiene que empezar a ver que son pensamientos de ataque y que son irreales. En cuanto uno ve que son irreales, no pone interés en ellos. Son falsos. Sacas tu mente lejos de ellos. Pero mientras uno cree que son reales, los siente como aterradores y sólo quiere proyectarlos más. Así sigue uno pareciendo una víctima, como si hubiera algo sucediéndole a uno.

Participante: Hay tantísimos pensamientos al revés, que uno siente: ¿Para qué voy a empezar a mirar? Digamos que está uno cansado de estar enojado y sentirse herido y se vuelve una especie de eremita. Así uno no ve proyecciones alrededor. Uno cree que se ha escondido de ellas. Y entonces llega al punto en que se siente solo ¿Qué es eso?

David: Pensamientos al revés. Dicho de otra manera, uno puede sacar su cuerpo de la vida social…

Participante: Uno cree que se está apartando de las cosas que le molestan. Uno cree que ahí es donde está la causa. Pero ¿dónde está la causa? La causa está dentro. Uno no se saca a sí mismo de la mente. Luego uno vuelve, y ¿qué es lo que tira de uno para que vuelva? ¿Es el ego?

David: La gente pregunta cuál es la diferencia entre la Madre Teresa de Calcuta, que parecía llegar a todo el mundo y, digamos, un monje o un místico que se va a las montañas. En cierto modo, mientras estés entrenando tu mente e intentando desapegarte de esos pensamientos, la forma en que lo hagas es irrelevante. Todos nosotros tenemos funciones muy elevadas. Todos estamos llamados a ser maestros de Dios. Literalmente Él nos está entrenando.

Participante: ¿Todos nosotros?

David: Todos nosotros. Todos nosotros tenemos una función elevada, y cuanto más entregamos la mente a esa función, y empezamos a vivirla y a practicarla de verdad, le viene a uno tal alegría que hace que se olvide de las golosinas y de todos los lo que sean. Antes de esto era inconcebible estar sin el helado de vainilla con chocolate caliente ¡Jesús, cómo me gusta el helado de vainilla con chocolate caliente! Pero conforme te metes en esta función y en este propósito, te viene cada vez más la alegría intrínseca. Es como un pozo que borbotea desde dentro de la mente, desde el Espíritu Santo.

Participante: ¿Y entonces uno no siente ese vacío que estamos siempre intentando llenar con todas esas otras cosas que en realidad no funcionan?

David: Correcto, y en vez de intentar luchar con ellas a brazo partido, se vuelven como pequeñas escamas de caspa. Sólo tienes que soplar para que se vayan. Esa es la manera de soltar las cosas, soplar para que se vayan como si fueran motitas de polvo, en lugar de sanguijuelas gigantescas.

Participante: Supongo que cuanto más las validas o te centras en ellas, más grandes se vuelven.

David: Sí.


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