LA PRÁCTICA DE UN CURSO DE MILAGROS
Anna Horno

 

Libera Tu Ser - Reflexiones personales: "LA PRÁCTICA DE UN CURSO DE MILAGROS"

 

Querid@ amig@, nadie dijo que el camino fuera a estar exento de tropiezos, de caídas y nuevos comienzos. Así es el camino con el Curso, para ti, para mí, para todo aquel que lo recorre con auténtico compromiso y una voluntad firme.

Cada día se nos presenta, de mil formas distintas, el regalo de la liberación. A cada paso estamos eligiendo entre el Amor de Dios o el miedo del ego. Nadie dijo que esa simple elección pudiera causarnos tanto dolor y sufrimiento en ocasiones. Nadie dijo que fuera a resultar fácil, pero es posible. Nadie dijo que fuéramos a lograrlo de un día para el siguiente, de ser así, ya habríamos roto las cadenas que nos aprisionan, y ya ves que aquí continuamos, creyendo pertenecer a un mundo que sólo está en nuestra mente, y sirviendo al amo equivocado.

El Curso es muy simple en su exposición, lo cual no implica que nuestra práctica diaria vaya a resultar sencilla, ya ves que no es así. Es mediante la práctica que tomamos conciencia de todas nuestras resistencias internas, de todo nuestro miedo a dejar ir nuestras ideas, a renunciar a nuestra identificación con el cuerpo, el falso yo, ese pequeño árbol que no nos está permitiendo ver el frondoso bosque que descansa inmutable y silencioso justo detrás.

Ni tan siquiera los alumnos más aventajados están libres del sufrimiento que provoca la negación del Amor en nuestra mente, ni tan siquiera Jesús estuvo a salvo de él todo el tiempo que el tiempo duró para Él.

Permite que toda tu rabia, toda tu cólera, tristeza, amargura, temor o desesperanza salgan a la superficie, para que puedas ser consciente de ellas, observarlas de frente. No niegues ninguna de esas emociones, más bien acéptalas como parte del proceso de sanación.

Sabes que incluso una herida precisa estar descubierta para cicatrizar completamente.

No te condenes por lo que tú consideras una mala práctica del Curso. Recuerda que aquello que resistes, persiste; aquello que condenas, lo estás haciendo real en tu mente… es la especialidad del ego, el “ego espiritualizado”, que a cada paso dicta sentencia, recordándote cuán pecador eres y diciéndote cómo deberías sentirte, cómo deberías comportarte o cómo deberías vivir tu vida. Observa que todos los “debería” del mundo, llevan implícito un sentimiento de culpa y la idea del pecado por bandera, pues te dicen que en ti no hay perfección, y que para ganarte el Cielo, habrás de llevar a cabo algún tipo de renuncia o sacrificio. Pero amig@, el Cielo ya es tuyo, y nada de lo que aquí parezca suceder puede cambiar tu realidad.

Sé muy bien que la práctica del perdón raras veces es el camino más fácil, pero sí es el camino más corto para devolver nuestra mente a la inocencia y a la experiencia del perfecto Amor. Sé por propia experiencia que hay momentos o determinadas situaciones, que parecen ser más fuertes que nuestra voluntad de perdonar. No pasa nada. NO PASA NADA!!! No te condenes, sólo estás haciéndolo lo mejor que puedes, y eso es todo lo que te hace falta. Acepta que en este momento tú sol@ no puedes dar el siguiente paso, y pide ayuda a Jesús o al Espíritu Santo, para que de Su mano puedas salvar ese obstáculo y cuantos otros se presenten en tu camino.

Todo lo que te niegas a perdonar en los demás, te lo estás negando a ti mism@. Recuerda que ahí fuera no hay nadie. Todo lo que das, es a ti mism@ a quien se lo estás dando; cuando niegas el perdón a alguien, te estás negando la posibilidad del Amor, estás renunciando a la experiencia de la inocencia en tu mente. Te mantienes atrapad@ en las limitaciones del cuerpo y de este mundo, en lugar de emprender el vuelo que te conduciría de regreso a Casa. Cuando perdonas, te liberas.

El perdón es siempre para uno mismo. Siempre se trata de ti, no hay nadie más. Cuando te sientes víctima de las circunstancias o de lo que aparentan ser otras personas, no estás sino rehuyendo tu responsabilidad al tiempo que afirmando una falta de poder que no es real. Somos responsables (no culpables) de lo que nuestros sentidos físicos nos muestran, y también somos responsables de lo que decidimos hacer con ello. Somos responsables de ambas cosas. Que creamos estar experimentando determinadas situaciones, fue nuestra elección, sólo el miedo y nuestra creencia en el pecado nos empujaron a tan desacertada elección, y que esas mismas situaciones las empleemos ahora para perdonar o para perpetuar la culpa en la mente, es también nuestra elección. En la interpretación que hagas de lo que los ojos del cuerpo te muestran, radica toda la diferencia. ¿Partes de la inocencia o partes de la culpabilidad? Estás interpretando con Cristo o con el ego, no hay más opciones.

En este mundo los juicios son inevitables, pues de esos juicios depende incluso lo que aparenta ser nuestra supervivencia aquí. El verdadero problema no son los juicios, sino la condena, pues es la condena la que nos separa de nuestros hermanos. Juzga, ten tus propias opiniones e ideales, pero no los utilices para el propósito de la separación, que no representen un obstáculo a la Verdad, sino el camino hacia el respeto, la tolerancia, hacia la aceptación y la convivencia pacífica con la diversidad. Así es como alcanzamos ese estado de paz interna que tanto anhelamos.

El Curso jamás nos dice qué hacer en el mundo, el Curso en todo momento se está dirigiendo a la mente, al “tomador de decisiones”. Forma y contenido, es importante diferenciar entre ambos. La forma es del todo irrelevante, lo que cuenta es el contenido en la mente. Es cierto que una mente en paz se traduce en bondad, alegría, compasión, generosidad, etc, pero no tomes como referencia a otras personas, pues puede que simplemente estén actuando, que sólo sea algo fingido, y tu ego lo estará utilizando contra ti, para atacarte, para hacerte sentir culpable, pequeñ@ e indign@. Olvídate de los demás y céntrate en ti, no en lo que haces (forma), sino en la mente con la que estás haciendo lo que sea que hagas (contenido). Y cuando te sepas fuera de tu mente recta, pide a Jesús o al Espíritu Santo que te ayuden a percibir con los ojos del Amor y no del miedo, pídeles que te ayuden a ver al Cristo en todas partes, pues en todas partes se encuentra. Recuerda la lección 29:“Dios está en todo lo que veo”… qué bellísima lección!!!

La práctica del perdón no exige ningún tipo de renuncia o sacrificio en el mundo. Con ello quiero decirte que si tu relación de pareja no te satisface, no tienes porqué continuar en ella. Si la relación con tu familia es tensa en este momento, tal vez un poco de distancia te ayudaría a resolver tus conflictos. No serás ni mejor ni peor por las decisiones que tomes en la forma, pues tú, en esencia, ya eres perfect@ y nada puede cambiarlo. Recuerda: el contenido es lo que cuenta. Puedes continuar involucrad@ en esas relaciones, o puedes hacer un alto en el camino para tomarte un respiro, en ambos casos la decisión será la correcta si tu voluntad de perdonar, permanece por encima de todo lo demás. El ego actúa para separar, el Espíritu para unificar, pero todo sucede en la mente y nada tiene que ver con la proximidad o lejanía entre cuerpos, sino con la unión de corazón, en la mente, donde somos perfectamente conscientes de nuestra unidad con Dios y con todo ser viviente.

Si has llegado hasta Un Curso de Milagros, es porque ahora estás preparad@ para desplegar todo ese potencial, todo lo demás es sólo parte de la estrategia de supervivencia de un ego que siente peligrar su existencia. Paciencia y confianza creo son las palabras clave, abandona todas tus expectativas, que sólo son ardides del ego para prolongar su agonía. Capas y capas de culpa y de resentimiento se están deshaciendo ahora, aun cuando tú no puedas apreciarlo. Lo extraordinario y lo maravilloso se cuece siempre a fuego lento; así se obtienen los manjares más exquisitos, así es como la mente se conduce gradualmente del miedo al Amor. Y cada día están esas pequeñas cosas, esas que sí superas con matrícula de honor. Céntrate en tus pequeños triunfos, ellos te proporcionarán el aliento y la fe que en ocasiones pareces necesitar. Poco a poco. Hasta la montaña más alta se corona paso a paso. Sin prisas pero sin pausas, todo se andará. De hecho, esta jornada ya la recorrimos hace mucho, mucho tiempo. Ahora descansas en Dios, como siempre fue.

Te abrazo con el perfecto Amor del Padre,
Anna

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