LA EXPIACIÓN ES LA ÚNICA ALTERNATIVA
David Hoffmeister
Del Libro de David Hoffmeister "El perdón cuántico: Física, te presento a Jesús".
La única pregunta que siempre deberíamos plantearnos sobre cualquier cosa es: “¿para qué es esto?”. Las metas basadas en un resultado en la forma no nos van a hacer felices. La felicidad depende de mantener por delante nuestro Propósito de sanar. No tiene nada que ver con el mundo. Estar en el Propósito nos lleva directamente a la Expiación.
Al final llegamos a un punto en el que abandonamos cualquier idea de metas futuras, de analizar el pasado, de intentar cambiar el mundo o de hacer un futuro mejor. Todos esos son malos hábitos porque son hábitos egoicos. Todos son intentos de cambiar lo que, sencillamente, ya ha pasado. Al fin y al cabo, no podemos cambiar el pasado, solo podemos perdonarlo: solo podemos soltarlo.
Esto se vuelve realmente profundo. Nuestra vida cotidiana empieza a parecerse a un cuento de hadas. Se vuelve cada vez más surrealista, porque la mente no está centrada en los resultados. De hecho, nos damos cuenta de que no sabríamos distinguir un buen resultado de uno malo. ¿Qué significaría eso? Si todos los resultados son lo mismo, ¿por qué íbamos a pensar que hay resultados mejores que hay que buscar y resultados peores que hay que evitar? Abandonamos esa creencia. Soltamos las metas futuras relacionadas con la productividad y con hacer del mundo un lugar mejor. En lugar de eso, elegimos estar en el momento y disfrutarlo al máximo.
El Curso habla de una zona fronteriza en la que aún parece que hay decisiones que tomar, pero en la mente hay un reconocimiento de que esas decisiones ya se han tomado. La mayoría de nosotros ha tenido la experiencia de observar cómo ocurren las cosas y pensar: claro, eso era lo que tenía que pasar. Eso es porque hay una parte de la mente que ha dado un paso atrás, hacia la posición del observador. Las personas aparecen justo cuando toca. Pensamos en ellas, nos damos la vuelta y ahí están. Pensamos que necesitamos algo, nos damos la vuelta y nos lo ponen en la mano. Ocurre rápidamente. Entonces es cuando nos enfocamos rápidamente en la Expiación, porque la Expiación no es un asunto de elecciones lineales. No está en la agenda.
El propósito para el que se hizo el mundo se representa como el guión. Es muy relajante ver que todas las decisiones están ya tomadas. Nos damos cuenta de que cualquier esfuerzo por mejorar cualquier cosa es una pérdida de tiempo total. Por eso dice Jesús que hay que aceptar la Expiación. Me encanta esa palabra: aceptar. Jesús dice: “¿Qué no ibas a poder aceptar si supieses que todo cuanto sucede, todo acontecimiento, pasado, presente y por venir, es amorosamente planeado por Aquel cuyo único propósito es tu bien?” (E-135). Jesús nos está llevando a un enfoque rápido. Nos está diciendo que el viaje a través del tiempo y el espacio está casi terminado. ¿Qué no íbamos a poder aceptar si supiéramos Quién es el que camina con nosotros? “Si supieras Quién camina a tu lado por la senda que has escogido, sería imposible que pudieses experimentar miedo” (T-18.III.3).
Y así volvemos a la felicidad. El Espíritu dice: “¡disfruta, disfruta, disfruta! No te lo tomes en serio. No te tomes en serio ninguna de las aparentes decisiones de este mundo. Acepta, acepta, acepta”. Es un gran descanso. No podemos estropear nada. Al final llegamos a la aceptación completa, y vemos que en realidad nunca cometimos ningún error. No existe pecado alguno. Reconocerlo es aceptar la Expiación.
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