FITOTERAPIA
Aliada Femenina
Publicado en revista Dietética y Salud - Nº 165
Si hace ya tiempo que las mujeres nos rendimos ante las bondades de las infusiones, en los últimos años hemos dado otro paso adelante, y cada vez somos más las que confiamos en las plantas medicinales y sus preparados para aliviar los problemas de salud.
Las cifras son contundentes. Aunque, en general, son cada vez más los pacientes que recurren a las terapias naturales, son las mujeres las que más decididamente confían y apuestan por ellas. En el caso de la fitoterapia, en concreto, ellas consumen de forma habitual casi el doble de preparados de plantas medicinales que los hombres, el 27% frente al 14%.
Las utilizan sobre todo para tratar problemas de insomnio (valeriana, melisa, pasiflora…); mejorar el tránsito intestinal (plántago, cáscara sagrada, sen…); mantener el colesterol a raya (ajo, diente de león, boldo…) y, en gran medida, para combatir el sobrepeso. En este último caso, la variedad de plantas entre las que se puede elegir es amplísima, desde las que reducen la absorción de la grasa, como el opuntia, a otras que estimulan la termogénesis (té verde), aumentan la sensación de saciedad (glucomanana) o reducen el apetito (naranjo amargo o Citrus aurantium var. amara).
Mientras que estas plantas alivian trastornos que pueden afectar por igual a hombres y mujeres, hay otras que merecen mención aparte por tener propiedades terapéuticas que alivian problemas de origen hormonal propiamente femeninos, como los asociados al síndrome premenstrual y a la menopausia. Si en el primer caso el aceite de onagra es el remedio más habitual, en la menopausia el tratamiento más empleado son las isoflavonas de soja.
Diversos estudios han demostrado que esta última es la planta medicinal más adecuada para prevenir y tratar los trastornos asociados a la menopausia, como los sofocos, los cambios de humor, la pérdida de elasticidad de la piel o los problemas cognitivos.
La explicación radica en que las isoflavonas de la soja tienen una estructura química similar a los estrógenos femeninos, lo que les permite ocupar su lugar cuando estos disminuyen durante la menopausia.
Hace un tiempo se extendió la idea errónea de que el consumo de isoflavonas podía favorecer la aparición de cáncer de mama y de endometrio. Sin embargo, varios estudios han demostrado que esto no es cierto. Los estrógenos, para actuar, se unen a unos receptores que se encuentran en distintos órganos y tejidos. En nuestro cuerpo, los receptores alfa se encuentran en el sistema nervioso central, ovarios, mamas y útero, y los betas, en el sistema nervioso central, vasos sanguíneos, huesos y ovarios, pero no en mamas ni útero. Dado que las isoflavonas se unen a los receptores beta y prácticamente no a los alfa, no actúan sobre las mamas ni sobre el útero.
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