ESCAPAR DEL MUNDO
Anna Horno
Pretender que la muerte, por cualquiera de los caminos que “parecen” conducir a ella, sea el modo de escapar del mundo que percibimos, no es más que un error, puesto que la muerte no existe.
Cuando experimentamos lo que llamamos “muerte”, no estamos experimentando más que la continuación, en otro nivel, de la vida eterna. Nuestro cuerpo “parece” morir, pero nosotros no somos el cuerpo. El Espíritu que habita en cada uno de nosotros, es nuestra realidad, y su naturaleza es inmortal… que rechacemos o neguemos la realidad de nuestra inmortalidad, no cambia nuestra naturaleza, aunque con la aparente muerte del cuerpo, bien nos lo pudiera parecer. La negación, en este sentido, es tan poco efectiva como el propio deseo de morir.
Desde muy pequeña, he estado pensando y fantaseando con la idea del suicidio. Para mí, escapar de este mundo, es, o era, la única manera de liberarme de las pesadas cadenas de la injusticia, la desigualdad, la infelicidad, la pérdida, la escasez, la apatía, la insatisfacción, la sensación de soledad y abandono, y tantas otras cosas… pero esto no se desvanece con la muerte física.
A medida que avanzo en la lectura y práctica de “Un Curso de Milagros”, voy comprendiendo que en realidad, sólo hay una manera de escapar de este mundo, y es estando en este mundo aprendiendo sus lecciones… “Puedo escapar del mundo que veo, renunciando a los pensamientos de ataque (Ejercicio 23 de UCDM)”… éste es el modo…
El mundo que percibimos, no es más que el resultado de nuestros pensamientos, y no al revés. Hemos aceptado, sin detenernos a comprobar, la idea de que la causa de nuestro sufrimiento se encuentra en el mundo de ahí fuera; ahora, incluso la Física Cuántica, ha podido demostrar que nosotros somos causa, y no efecto (es el observador el que confiere realidad a lo observado). Primero es el pensamiento, y como consecuencia de éste, percibimos un determinado mundo, y sentimos unas emociones concretas.
Si percibimos un mundo de ataque, es porque en última instancia, los pensamientos que albergamos acerca de nosotros mismos, son pensamientos de ataque… ¿no será más sencillo renunciar a esos pensamientos, que pretender cambiar el mundo entero?
Cada juicio que emitimos contra cualquiera, encubre el ataque contra nosotros mismos; cada
cualidad que percibimos en el otro, no es más que nuestra propia identificación con ella; cada vez que damos credibilidad a la escasez, la enfermedad, la pérdida, el odio, etc., lo estamos haciendo real para nosotros: estamos negando nuestra verdadera identidad, y perpetuando esas no deseadas experiencias dentro del mundo de la ilusión.
Sólo existe un modo de escapar de este mundo de ilusiones, y es dejando de creer que éstas son verdad.
Este mundo que percibimos con nuestros sentidos físicos, es lo que nosotros queremos que sea, y le damos cabida a través de nuestros pensamientos, que son creencias. Podemos ver un mundo de Paz y Amor, identificándonos únicamente con la Paz y el Amor, o podemos percibir un mundo lleno de peligros y ataques constantes, si es con el miedo y el ataque con lo que nos identificamos… la decisión está en nuestras manos, o, mejor dicho, en nuestros pensamientos.
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