EL GUIÓN
Publicado por la Foundation For a Course in Miracles, escrito por Kenneth Wapnick y traducido al castellano por Juan Illan Gómez.
Pregunta 266
¿Qué es exactamente el guión? ¿Qué papel representa la elección en él? ¿Están todos los acontecimientos fijados, por ser lecciones que hemos elegido aprender, y la única elección está en mirarlos con el Espíritu Santo? ¿O hay más posibilidad de elección, y podemos cambiar el guión, evitando, acelerando, reorganizando, omitiendo, ordenando de otra manera, o añadiendo situaciones, acontecimientos, relaciones, etcétera? Si ciertos aspectos de la mente sanasen, ¿significaría eso que entonces no aparecerían los correspondientes acontecimientos del guión? ¿Llegaríamos a saberlo? ¿Tiene todo esto algo que ver con el perdón?
RESPUESTA: El guión:
“El guión ya está escrito.” (E-158.4:3)
Se refiere a todos los acontecimientos aparentes que se podrían representar en la pantalla del ego, en el mundo del tiempo y el espacio. Todos esos acontecimientos están fijados en el sentido de que ya están escritos. De hecho ya han ocurrido, aunque Un curso de milagros nos dice que en realidad nunca han ocurrido en absoluto, puesto que la idea de la separación y la consiguiente culpabilidad, de la que se derivan, es en sí misma una ficción. En aquel instante de la separación, todo –cada sueño, cada posible elección del ego– ocurrió a la vez y fue corregido instantáneamente por el Espíritu Santo. Pero los que todavía parecemos estar atrapados en el tiempo y el espacio aún no hemos aceptado la corrección en nuestras mentes, y así, como trozos fragmentados de la única mente del ego, seguimos proyectando nuestros guiones concretos de culpabilidad sobre el mundo que fabricamos para que fuese una pantalla sobre la que hacer esas proyecciones:
Para entender el plan de enseñanza-aprendizaje de la salvación, es necesario entender el concepto de tiempo que expone el curso. La Expiación corrige las ilusiones, no lo que es verdad. Corrige, por lo tanto, lo que nunca existió. Lo que es más, el plan para esa corrección se estableció y se completó simultáneamente, puesto que la Voluntad de Dios es algo completamente ajeno al tiempo. La realidad es también algo ajeno al tiempo, al ser de Él. En el instante en que la idea de la separación se introdujo en la mente del Hijo de Dios, en ese mismo instante Dios dio Su Respuesta. En el tiempo esto ocurrió hace mucho. En la realidad, nunca ocurrió.
El mundo del tiempo es el mundo de lo ilusorio. Lo que ocurrió hace mucho parece estar ocurriendo ahora. Las decisiones que se tomaron en aquel entonces parecen como si aún estuviesen pendientes; como si aún hubiera que tomarlas. Lo que hace mucho que se aprendió, se entendió y se dejó de lado, se considera ahora un pensamiento nuevo, una idea reciente, un enfoque diferente. Puesto que tu voluntad es libre, puedes aceptar lo que ha ocurrido en cualquier momento que así lo decidas, y sólo entonces te darás cuenta de que siempre había estado ahí. Tal como el curso subraya, no eres libre de elegir el programa de estudios, ni siquiera la forma en que lo vas a aprender. Eres libre, no obstante, de decidir cuándo quieres aprenderlo. Y al aceptarlo, ya lo habrás aprendido.
El tiempo, entonces, se remonta a un instante tan antiguo que está más allá de toda memoria, e incluso más allá de la posibilidad de poder recordarlo. Sin embargo, debido a que es un instante que se revive una y otra vez, y de nuevo otra vez, parece como si estuviese ocurriendo ahora. Y así es como el alumno y el maestro parecen reunirse en el presente, encontrándose el uno con el otro como si nunca antes se hubiesen conocido. El alumno llega en el momento oportuno al lugar oportuno. Esto es inevitable, pues hizo la elección correcta en aquel viejo instante que ahora revive. El maestro hizo asimismo una elección inevitable en ese pasado remoto. Lo que la Voluntad de Dios dispone sólo da la impresión de que toma tiempo para cumplirse. Pues, ¿qué podría demorar el poder de la eternidad? (M.2.2-4).
Y así parece que podemos elegir cuál vamos a repasar de entre la miríada, el casi infinito número de acontecimientos del ego, aunque generalmente una vez que hemos seleccionado una identidad concreta en una vida concreta aceptamos ciertas limitaciones a nuestra capacidad de elegir. Pero, en cada momento, sigue habiendo muchas elecciones posibles en el nivel de la forma. Esta gama de opciones (dentro del fondo de posibilidades, que es fijo) forma parte de la seducción del ego cuando trata de persuadirnos de que sigamos creyendo en que podemos ser felices con tal de que elijamos las formas correctas en las proporciones correctas: la relación correcta, la carrera profesional correcta, el sitio donde vivir correcto, las inversiones correctas, los números de la lotería correctos, etcétera. Lo que el ego siempre intenta mantener oculto es el contenido que subyace a esas elecciones que, al estar basadas en la creencia en la separación y los intereses separados, tiene que ser el pecado, la culpabilidad y el miedo:
Los sueños que te parecen gratos te retrasarán tanto como aquellos en los que el miedo es evidente. Pues todos los sueños son sueños de miedo, no importa en qué forma parezcan manifestarse. El miedo se ve adentro o afuera, o en ambos sitios. Puede estar oculto tras formas agradables. Pero nunca está ausente del sueño, pues el miedo es el elemento básico de todos los sueños. Puede que la forma en que éstos se manifiestan cambie, pero es imposible que se compongan de ninguna otra cosa. El milagro sería ciertamente traicionero si te permitiera seguir estando amedrentado por no haber reconocido el miedo. Pues no estarías entonces dispuesto a despertar, que es para lo que el milagro allana el camino.
Dicho llanamente, el ataque es la respuesta a una función que no se ha llevado a cabo tal como tú la percibes. Puede que ello tenga que ver contigo o con otro; sin embargo, allí donde se perciba, allí se atacará. La depresión o el ataque no pueden sino ser los temas de todos los sueños, pues el miedo es el elemento de que se componen. El fino disfraz de placer y alegría en el que tal vez vayan envueltos apenas cubre el grueso bloque de miedo que constituye su médula. Y esto es lo que el milagro percibe, y no las envolturas que lo cubren. (T.29.IV.2,3).
Es la tarea del Espíritu Santo enseñarnos que la única elección con verdadero significado que podemos hacer en el tiempo es permitir que sea Su propósito el que nos guíe en cada uno de nuestros momentos de decisión, de manera que los utilicemos para despertar del sueño en lugar de seguir soñando a la búsqueda del sueño “perfecto” del ego en el que se satisfacen todas nuestras necesidades de ser especiales. Y esto significa estar dispuestos a soltar nuestros juicios sobre cómo deberían ser las cosas, que es lo que significa practicar el perdón:
¡Cuán felices serían tus sueños si no le adjudicases a cada una de las figuras que aparecen en ellos el papel que "debe" representar! Es únicamente la imagen que tienes de alguien lo que puede fracasar, y tener esa imagen es lo único que constituye una traición. La médula de los sueños que ofrece el Espíritu Santo no es nunca una médula de temor. Lo que los envuelve puede parecer ser lo mismo, pero su significado ha cambiado porque cubre otra cosa. Lo que determina toda percepción es su propósito, en el sentido de que aparenta ser aquello para lo que se considera que es. Una sombría figura que ataca se convierte en un hermano que te ofrece una oportunidad para prestar ayuda, si esto se convirtiese en la función del sueño. Y de este modo, los sueños de tristeza se transformarían en sueños de alegría.
¿Para qué es tu hermano? No lo sabes porque tu función aun no te resulta clara. No le asignes un papel que tú crees que te haría feliz a ti. Y no trates de herirle cuando él no cumpla el papel que le asignaste en el sueño que tienes de lo que debería ser tu vida. Él pide ayuda en cada uno de sus sueños, y tú puedes prestársela si ves la función del sueño tal como la percibe Aquel que puede utilizar todo sueño en beneficio de la función que se le encomendó a Él. Puesto que ama al soñador, y no al sueño, cada sueño se convierte en una ofrenda de amor. Pues en el centro de cada sueño se halla Su Amor por ti, iluminando amorosamente cualquier manifestación del sueño. (T.29.IV.5,6).
Generalmente en cualquier vida hay un tema concreto y recurrente, dentro o a través de las relaciones, que da forma a la idea de ser víctima. Puede ser la traición, el abandono, el rechazo, el abuso, el descuido, etcétera. Puesto que cada tema no es nada más que una forma concreta de la culpabilidad enterrada que se proyecta sobre nuestra auto-acusación de atacar a Dios en el momento de la separación, tiene que ser recurrente hasta que estemos dispuestos a retirar la proyección y sanar en nuestra mente ese aspecto de la culpabilidad en lugar de verlo fuera. Y a esto se refiere el Curso cuando habla de perdón.Una vez que se destapa y se suelta la culpabilidad que hay tras una forma concreta de sentirnos víctimas, ya no necesitamos proyectarla fuera de nuestra mente. Puede que seamos conscientes o no de este cambio interior reflejado en nuestras relaciones externas, aunque en cierto momento podemos darnos cuenta de que los acontecimientos externos ya no nos disparan de la manera en que lo hacían en el pasado. Ya no habrá más motivación basada en el ego para seleccionar esos guiones de víctima tras de los que ocultar la culpabilidad.
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