EL FINAL DE NUESTRA RESISTENCIA AL AMOR
KENNETH WAPNICK
Del Capítulo 4: El rol de Un curso de milagros
Es importante advertir que el ego nunca cambia. Es cien por cien odio y asesinato. Por otro lado, el Espíritu Santo es cien por cien Amor. Nunca cambia. Su sistema de pensamiento de perdón, sanación, paz y amor nunca cambia. Ambos están totalmente presentes en todo el mundo: cien por cien odio, cien por cien amor. Esto no disminuye; tú no lo socavas. Lo que cambia es la cantidad de tiempo que pasas en uno u otro lado. Es un error pensar que puedes mermar tu odio. Nunca mermarás tu odio. Es cien por cien, sólido como el granizo. No hay herramienta lo suficientemente poderosa para hacer nada contra esa muralla cien por cien granito sólido de odio y asesinato.
Lo que haces es elegir pasar cada vez menos tiempo identificándote con ella y más y más tiempo identificándote con la corrección, el Espíritu Santo. Ese es el significado que tiene el progreso en este Curso. Por lo tanto, estar identificado con el Espíritu Santo significa mirar al ego sin juzgarlo. Después de un tiempo, te darás cuenta, como dice Un curso de milagros, de que la sólida muralla de granito no es sólida: es un fino velo que no tiene poder para obstaculizar la luz. Nuestra percepción cambia, pero el ego no cambia: el odio es odio, el asesinato es asesinato. La separación de Dios fue un acto de homicidio celestial: creímos que habíamos destruido a Dios y que este mundo surgió de Sus cenizas. Ese es el saldo final. Lo que cambia no es el ego; lo que cambia es nuestra percepción de él. Nuestra percepción cambia gradualmente a medida que aprendemos a tomarlo cada vez menos en serio, lo cual significa que aprendemos a darle cada vez menos poder sobre nosotros. Pues es sólo la creencia de nuestras mentes en el ego lo que le dio su poder.
La meta de Un curso de milagros no es que estemos sin un ego. La meta es no sentirnos culpables con respecto a nuestra decisión contra el Espíritu Santo y a favor del ego.
Tu función no es ser perfecto, no es estar sin las sombras del odio y la culpa. Tu función es escapar de la carga de culpa que pusiste sobre ti mismo. Es una distinción muy importante. “Tu función es escapar de ellas, no que no las tengas”. En este mundo, en este sueño, no se espera que estés sin tu culpa, odio ni impulsos asesinos, sino más bien que escapes de la carga de juicio que pusiste sobre ellos.
Todos estamos perturbados por la sombra original, que es habernos privado a nosotros mismos de la luz de Dios. Eso es lo que es una sombra: la privación de la luz. Nos sentimos abrumados por la culpa, huimos y nos ocultamos en el mundo, y nos llevamos la culpa con nosotros sin saber que lo habíamos hecho. Por eso vinimos: por causa de la sombras. Pero podemos aprender –eso es lo que Un curso de milagros nos ayuda a hacer- a no sentirnos perturbados por las sombras. Podemos aprender a no sentirnos perturbados por nuestro odio, especialismo y juicios. Eso comienza a inclinar la balanza para que podamos pasar más tiempo con Jesús y menos tiempo con el ego…
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