EL FINAL DE LA MUERTE
NOUK SANCHEZ
Del Capítulo 2: Los Milagros ¿son literales o metafóricos?
SUPERAR LA ESCASEZ DE UNA VEZ POR TODAS
A medida que empezamos a deshacer el temor que el ego tiene a Dios, nos topamos con una sorpresa asombrosa. Empezamos a reconocer y a liberarnos de nuestra devoción inconsciente al dios del ego de sufrimiento y escasez, y, a medida que lo hacemos, casi inmediatamente se produce un cambio notable.
Descubrimos que el dolor, el sufrimiento y la escasez son puras invenciones del ego. No son reales y no pueden amenazarnos cuando reconocemos y perdonamos las creencias que nos invitan a experimentar la escasez. Cualquier forma de carencia no forma parte del Amor de Dios. Tampoco la enfermedad, el dolor o el sufrimiento. A través del ego usamos la escasez para tratar de probar que nuestra separación del abastecimiento infinito de Dios es una ocurrencia verdadera que sucedió realmente. Sin embargo, nosotros somos la Voluntad de Dios, somos Sus eternas extensiones Amorosas, tanto si somos conscientes de esta Verdad como si no. No hay carencia en Dios; por lo tanto, tampoco puede haberla en nosotros, a menos que decidamos creer en el ego, que dice que la escasez es real.
Visto a través de la visión del Amor, no podemos experimentar carencia en la Verdad porque lo tenemos todo y lo somos todo. Pero ésta no será nuestra experiencia vivida hasta que empecemos a deshacer los obstáculos que nos impiden tomar conciencia de la presencia del Amor. La escasez –como la enfermedad, el dolor y el conflicto-, es la creencia ilusoria de que existe algo distinto del Amor de Dios que todo lo abarca, y que esa otra cosa tiene poder y dominio sobre la Amorosa Voluntad de Dios.
La culpa a la que no hemos renunciado pone obstáculos a nuestra toma de conciencia del Amor. La culpa engendra temor y el temor no perdonado se manifiesta en el mundo como nuestra aparente realidad. Mientras elijamos no cuestionar nuestros temores y creencias, el dios del ego continuará causándonos confusión y sufrimiento. Los milagros nos permiten dar a otros lo que ya sabemos que tenemos. Pero si aún estamos hipnotizados por el hechizo de escasez del ego, creeremos erróneamente que no tenemos nada que dar. ¿No crees que el deseo del Espíritu Santo es que lo tengas todo porque Él sabe que lo eres todo? No tiene sentido creer que el Espíritu nos pide que demos, y sin embargo se deleita en retener de nosotros abundantes milagros.
¿QUÉ CREES INCONSCIENTEMENTE QUE MERECES?
La escasez nace de una creencia errada sobre la naturaleza del yo. Aquí me estoy refiriendo al yo-ego, por supuesto, y no a nuestra Verdadera Identidad: el Santo Ser. Mientras sigamos creyendo en esta falsa imagen del yo, confundiéndola con quien realmente somos, nos sometemos voluntariamente a sus duras y erróneas leyes. Después de todo, la privación es la base del sistema de pensamiento del ego.
Todo lo que el ego cree confirma tu convicción inconsciente de que eres fundamentalmente carente. De ahí el aparente pozo sin fondo de desvalorización que siempre parece sabotear tus mejores intenciones. Este pozo de desvalorización surge de la profunda creencia inconsciente del ego de que has cometido el pecado más imperdonable que se puede imaginar: has abandonado a Dios y has creado un falso yo (y un mundo) en el que esconderte de Él.
Sin embargo, esta creencia fija en tu naturaleza imperdonablemente pecadora, está completamente equivocada. Dios no puede ser traicionado o abandonado, y nosotros tampoco (con “nosotros” me refiero a nuestro Santo Ser, por supuesto). El Amor no puede abandonar ni ser abandonado. Sólo el pseudoamor del ego puede susurrar oscuros sueños de traición.
Si no creyéramos inconscientemente que hemos traicionado a Dios, no esperaríamos en secreto ser castigados. No seríamos capaces de sentir culpa o temor. De hecho, no podríamos sufrir en ningún sentido. Sólo nuestro compromiso inadvertido con la culpa y el miedo en forma de autoataque hacen posible el sufrimiento. Sí, parecemos experimentar escasez y sufrimiento; pero sólo porque creemos verdaderamente, muy en el fondo, que lo merecemos.
Cuando nos confabulamos con el ego, él nos administra el autocastigo. La privación es el tema del sueño del ego, y nosotros dedicamos nuestros días a tratar de defendernos de ella. Pero el ego oculta este importante punto de nuestra conciencia; cualquier cosa de la que tratemos de defendernos, en realidad, la atraemos a nuestra experiencia. Nuestra defensa contra ella le da realidad en nuestra percepción. Una vez que es real y que hemos hecho de ella un oponente, entonces debe atacarnos. Ésta es la ley del ego. Ésta es la razón por la que el perdón es crucial para deshacer el sufrimiento…
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