EL EGO SIEMPRE HABLA PRIMERO
Anna Horno
Hace un rato observaba la fotografía de un conocido posando amigablemente junto a un guía espiritual a quien admiro profundamente. Inmediatamente me ha invadido un doloroso sentimiento de envidia, de injusticia, de rabia, de victimismo. He comenzado a pensar en todas las cosas y experiencias a las que no tengo acceso, a comparar mi patética vida con la en apariencia exitosa de esta otra persona, a alabar su suerte mientras maldecía mi falta de ésta. Sintiéndome más y más pequeña, insignificante y desgraciada con cada nuevo pensamiento… así es el ego. Para todo tiene una rápida interpretación, una que te hundirá en la miseria, que te hará sentir despreciable, indigno; en resumidas cuentas: alguien muy, muy especial... ya sea que te creas inferior o superior a otro, así es como comienza el juego de separación.
Y con toda esta basura ha permanecido mi mente divagando por un largo rato, hasta que ha saltado a una nueva pista de ese disco rayado que son mis pensamientos egoicos. Unos pensamientos que se disparan en piloto automático, desbocados como caballo que huye asustado. Descontrolados mientras yo no decido tomar el control.
No los he juzgado, me he limitado a observarlos, a tomar conciencia de mi estado mental, a darme cuenta de lo importante que es permanecer alerta para no quedar atrapada en la rabia, en la frustración, en el sufrimiento que se deriva de haber olvidado Quién Soy. Y una vez más he renovado mi compromiso con la Verdad.
Al instante he recordado que la distancia no existe, que mi hermano y yo somos Uno. He sentido la amorosa presencia de mi Ser invitándome a tomar un nuevo camino. Una ruta mental diferente. Esta vez he recordado que las imágenes son sólo eso: imágenes. He recordado que yo misma las he fabricado. He recordado el que fue su propósito inicial, y también el que es, ahora, a la luz de la Verdad. Así he podido soltar esa punzada de dolor, así he podido recuperar la paz y dar gracias a Dios por este maravilloso poder de elección; nuestro mayor tesoro, el único de valor en este mundo.
A menudo nos sentimos confundidos en cuanto a la procedencia de la voz que escuchamos en nuestro interior. ¿Cómo distinguir entre el ego y el Espíritu? No resulta difícil si estamos atentos a cómo nos hace sentir la respuesta, esa que llega en forma de pensamientos. ¿Te reconcilia con todo, o por el contrario te aísla? ¿Te hace sentir diferente o te invita a recordar la unicidad de la mente?
El ego siempre habla primero. No responde, reacciona. No ve lo que realmente está sucediendo en este instante, sino que acude al pasado para atacar sistemáticamente. Ese ataque te permite tomar conciencia de todo el odio que esconde tu corazón, de toda la culpabilidad inconsciente que precisa ser expuesta, observada y liberada mediante el perdón.
El ego siempre habla primero, y te hablará para separar, para establecer diferencias basándose en las apariencias. Pero si permaneces muy quieto, si permites que cese su cháchara, sin lucha, sin resistencia, sin condena, verás cómo el susurro inconfundible de tu verdadero Ser se abre paso en tu mente y en tu corazón para ofrecerte una visión diferente.
TE GUSTARÁ VISITAR...