DIOS ESTÁ EN TODO LO QUE VEO
Anna Horno
“Dios está en todo lo que veo”. Desde luego no para el ego, donde todo lo que acierta a percibir son diferencias, divisiones y separación. Para el Espíritu, donde las formas no son nada, la unidad y el Amor es todo cuanto experimenta. Esa es la visión que alcanzamos mediante el perdón. El ir más allá de las formas, mirar más allá de las apariencias, donde experimentamos al Cristo interior, y como consecuencia, trasladamos esa experiencia a lo externo, como en un espejo.
Imagínate un puzle con miles de piezas. Todas esas piezas por separado no significan nada, no tienen ningún sentido, pero cada una de ellas, colocada en el lugar que le corresponde, representan la totalidad, la unidad, el puzle perfectamente ensamblado mostrando una imagen completa. El ego sólo percibe fragmentos de esa totalidad, pero el Espíritu, la mente correcta, sólo ve un todo sin brecha alguna.
Seguramente habrás experimentado episodios de lucidez, de paz, de armonía, de perfección, de profunda felicidad, lo que el Curso denomina “el instante santo”. ¿Has observado cómo te sientes y cómo ves las cosas en esos instantes? ¿Acaso no eres consciente entonces del Amor que te envuelve? ¿Excluirías algo o a alguien de esa felicidad? En esos momentos no estás mirando con los ojos del cuerpo, sino con los ojos del Espíritu, lo que el Curso denomina “la visión de Cristo”. En esos momentos el Amor está al mando, y el Amor es inclusivo, sólo el ego excluye.
Cuando estás en tu mente recta, te limitas a ser, a extender esa plenitud, sin importar a quién o a qué. Cuando estás en el Amor, cesa todo pesar, toda condena, toda idea de separación, entonces comprendes que Dios está en todas partes, porque Dios habita en tu mente. Si el contenido de tu mente es Amor, Amor es lo único que puedes ver y experimentar.
Todo lo que percibimos en el mundo son aspectos fragmentados de la mente una, fragmentos que nosotros mismos hemos fabricado con el único propósito de hacer real la separación. Para que cobre sentido, como en el puzle, todas esas “piezas” separadas y desprovistas de significado, han de retornar a la unidad, lo cual se consigue mediante el perdón. Mientras una sola “pieza” quede excluida de tu Amor, o sea que continúes percibiéndola como algo distinto a Dios, no podrás experimentar la inocencia, pues separación es sinónimo de pecado y de culpa.
Todo lo que tus ojos físicos te muestran eres tú mism@ aparentando miles de formas distintas sobre las que proyectar tu culpa. No puedes experimentar la unidad y al mismo tiempo dejar excluida una parte de ti de esa unidad.
Cuanto más practicamos el perdón a cada situación que lo requiera, más fácil nos resulta ir abandonando nuestra identificación con el cuerpo y por ende, con el mundo y todas sus cosas. El perdón nunca va a venir rodado, en ocasiones resultará sencillo y en otras no tanto, pero cuanto más practicamos, más fácil te resultará soltar nuestras resistencias, más desapegados nos sentimos.
El orden es: perdón-deshacimiento del ego, no al revés. El perdón es la herramienta que hace posible nuestro reencuentro con Dios. Para tener la experiencia de ser un cuerpo que habita en este mundo (ego), es preciso abrigar la creencia en la separación, el pecado, culpa y castigo. Para liberarnos del mundo, debemos perdonarnos perdonando al mundo.
Perdonar es tu función y el único propósito de cuanto contemplas.
Que estés bien amig@, descansa en Dios,
Anna
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