CHARLAS SOBRE UN CURSO DE MILAGROS (III)
Por Anna Horno
Conflictos
Los que nos iniciamos en el camino de Un Curso de Milagros, a menudo caemos en el error de pretender compartirlo con todo el mundo, muchas veces, incluso, de imponerlo como el único criterio válido frente a todos los demás. Pero como el propio Curso indica, éste es tan sólo un camino, y más adelante advierte que no es un camino para todo el mundo, no al menos para todos a la vez.
No tienes NINGUNA NECESIDAD de defenderte de nada. Lo que no es real, no se merece ni que le dediques tus esfuerzos (pues es la manera de hacerlo real), ni que represente una demora en tu camino de vuelta a casa.
Decir a alguien en el calor de una discusión que no es real, y que los problemas que han originado esa discusión tampoco lo son, es otro modo de defensa frente al "ataque". El proceso del perdón, es un proceso mental, que nada tiene que ver con que lo pregones al mundo. Hablar en estos términos con alguien que no está familiarizado con el sistema de pensamiento de UCDM, es tratar de situar a la otra persona por debajo de tí, pues así es como da y/o recibe "la lección" una mente egóica... pensarás que no es ésta la razón que te mueve, pero es algo que sucede a nivel inconsciente, de modo que sí, ese es el propósito oculto del ego.
No trates de "reformar" a nadie, ni de convencer a nadie de nada... olvídate de los demás, y céntrate en tus lecciones. Si otras personas han optado por el camino del resentimiento, es su elección, y tú no puedes más que respetarla, recordando que la verdadera transformación no sucede en el mundo de ahí fuera, sino en tu mente, en tu actitud antes las mismas situaciones de siempre.
Cuando una persona se dirija a ti en un tono hostil, poco amigable, dale amor, dale cariño, ofrécele tu comprensión, pídele perdón, si eso va a hacer que se sienta mejor consigo misma... recuerda que quien no está dando amor, es porque lo está pidiendo, y su petición es la tuya propia, reflejada en el espejo de "el otro".
Recordando que dar y recibir son lo mismo, todo lo que das, es a ti mismo a quien se lo das (lección 126 del libro de Ejercicios de UCDM).
No hables en términos de Un Curso de Milagros a quien no está preparado, o no desea, por el momento, escuchar. Limítate a ser comprensivo y compasivo con su dolor, pero desde el reconocimiento (mental) de que tan sólo es su sueño.
Cuando te encuentres ante personas mentalmente cerradas a otras posibles realidades, no te sitúes en tu comunicación verbal al nivel del Curso. La mejor, y yo diría que única manera de enseñar, es con el ejemplo... así es como enseñan los maestros. Y sólo puedes enseñar aquéllo que has aprendido.
Cuando alguien está totalmente identificado con su cuerpo, completamente implicado con "sus problemas", no trates de quitarles importancia (me refiero mediante la comunicación verbal con la otra persona), trata, más bien, de hacerle llegar tu amor. Es lógico, desde el punto de vista del ego, que la otra persona se sienta molesta; siente que no es importante para ti, siente que no estás respetando ni su dolor ni su preocupación (a los cuales tiene todo el derecho, aunque por supuesto, NO LA OBLIGACIÓN), que los estás menospreciando.
Debes ser firme y comprometerte completamente con el propósito de ABANDONAR TODO CONFLICTO. Cada vez que percibes una situación como conflictiva, has dejado de servir a ese santo propósito. Ves el conflicto porque tú decides verlo... por alguna razón (inconsciente) crees que en el conflicto se encuentra tu salvación.
Lo importante no es lo que parezca que hacen o dicen los demás, sino lo que haces tú con respecto a ello, y solamente puedes hacer una de dos cosas: o te implicas y te identificas con la situación, reforzando con esa actitud tu creencia en ella, con lo cual estás sirviendo al ego, o entiendes que solamente es una película que está en tu mente errada, como cuando vas al cine, ¿verdad que no te tomas como algo “personal” lo que en hacen y/o dicen los actores? ¿porqué?, porque sabes que lo que estás viendo no es real, a lo sumo lo que haces es identificarte con la situación (de nuevo la trampa del ego). Pero si consigues no responder ni emocional ni verbalmente de ninguna manera, entonces comienzas a actuar con el Espíritu.
En el mundo de ahí fuera, limítate a ser bondadoso con todo el mundo por igual. Ignorar no es resolver un conflicto, sino mantenerlo oculto.
Jamás vas a poder resolver un conflicto fuera, puesto que fuera no hay nada. Lo que ves fuera, es la manifestación externa de una condición interna. El mundo cambia cuando tu percepción con respecto a él cambia.
Las relaciones
Las relaciones tienen un propósito para el ego, y también son empleadas por el Espíritu Santo para un propósito santo, de ahí que las relaciones puedan ser “relaciones especiales de amor u odio” (ego), o relaciones santas (espíritu)... todo depende de lo que tú decidas hacer con ellas.
El propósito de las relaciones desde el punto de vista del ego, es perpetuar el conflicto, hacerte participar de la falsa idea de la separación, tanto si es una relación de amor especial como si lo es de odio especial, pues lo único que haces es separar, establecer diferencias entre unos y otros de tus hermanos.
Desde el punto de vista del Espíritu, cada relación es una magnífica oportunidad para recordar quién eres, y negar lo que no eres. Ese es el único y verdadero propósito de las relaciones, mejor dicho de las aparentes relaciones, porque en verdad sólo estás interactuando con imágenes, y estas imágenes son tú mismo, un espejo donde ver la suciedad que se encuentra enterrada en tu mente inconsciente. Y en la medida en que perdonas, vas incorporando partes fragmentadas de ti mismo a la unidad a la que un día volverás, ese día serás uno con cada aspecto de este mundo.
Si deseas zanjar el conflicto, perdona. Pero para perdonar correctamente, has de entender que lo que ves no es real. Y sabrás cuándo el conflicto está resuelto porque nada que venga de fuera podrá, ni por una milésima de segundo, hacer que te sientas incómodo, o triste, o culpable, o enfadado. En una palabra, nada podrá desviarte de tu estado de paz interior; tú permanecerás siempre en tu centro, independientemente de lo que parezca suceder ahí fuera, y después, como una consecuencia natural, lo de ahí fuera cambiará.
Aquellas personas con las que tienes las relaciones más complicadas, son tus maestros en esta vida.
Lección 78 de UCDM, “Que los Milagros reemplacen todos mis resentimientos”:
“1. Tal vez aún no esté completamente claro para ti el hecho de que en cada decisión que tomas estás eligiendo entre un resentimiento y un milagro. Cada resentimiento se alza cual tenebroso escudo de odio ante el milagro que pretende ocultar. Y al alzarlo ante tus ojos no puedes ver el milagro que se encuentra tras él. Éste, no obstante, sigue allí aguardándote en la luz, pero en lugar de él contemplas tus resentimientos.
2. Hoy vamos a ir más allá de los resentimientos para contemplar el milagro en lugar de ellos. Invertiremos la manera como ves al no dejar que tu vista se detenga antes de que veas. No esperaremos frente al escudo de odio, sino que lo dejaremos caer, y, suavemente, alzaremos los ojos en silencio para contemplar al Hijo de Dios.
3. Él te espera tras todos tus resentimientos, y a medida que dejas éstos de lado, él aparecerá radiante de luz en el lugar que antes ocupaba cada uno de ellos. Pues cada resentimiento constituye un obstáculo a la visión, mas según se elimina, puedes ver al Hijo de Dios allí donde él siempre ha estado. Él se encuentra en la luz, pero tú estabas en las tinieblas. Cada resentimiento hacía que las tinieblas fuesen aún más tenebrosas, lo cual te impedía ver.
4. Hoy intentaremos ver al Hijo de Dios. No nos haremos los ciegos para no verlo; no vamos a contemplar nuestros resentimientos. Así es como se invierte la manera de ver del mundo, al nosotros dirigir nuestra mirada hacia la verdad y apartarla del miedo. Seleccionaremos a alguien que haya sido objeto de tus resentimientos y, dejando éstos a un lado, lo contemplaremos. Quizá es alguien a quien temes o incluso odias; o alguien a quien crees amar, pero que te hizo enfadar; alguien a quien llamas amigo, pero que en ocasiones te resulta pesado o difícil de complacer; alguien exigente, irritante o que no se ajusta al ideal que debería aceptar como suyo, de acuerdo con el papel que tú le has asignado.
5. Ya sabes de quien se trata: su nombre ya ha cruzado tu mente. En él es en quien pedimos que se te muestre el Hijo de Dios. Al contemplarlo sin los resentimientos que has abrigado en su contra, descubrirás que lo que permanecía oculto cuando no lo veías, se encuentra en todo el mundo y se puede ver. El que era un enemigo es más que un amigo cuando está en libertad de asumir el santo papel que el Espíritu Santo le ha asignado. Deja que él sea hoy tu salvador. Tal es su función en el plan de Dios, tu Padre.
6. En nuestras sesiones de práctica más largas de hoy lo veremos asumiendo ese papel. Pero primero intenta mantener su imagen en tu mente tal como lo ves ahora. Pasa revista a sus faltas, a las dificultades que has tenido con él, al dolor que te ha causado, a sus descuidos y a todos los disgustos grandes y pequeños que te ha ocasionado. Contempla las imperfecciones de su cuerpo así como sus rasgos más atractivos, y piensa en sus errores e incluso en sus "pecados".
7. Pidámosle entonces a Aquél que conoce la realidad y la verdad de este Hijo de Dios, que se nos conceda poder contemplarlo de otra manera y ver a nuestro salvador resplandeciendo en la luz del verdadero perdón que se nos ha concedido. En el santo Nombre de Dios y en el de Su Hijo, que es tan santo como Él, le pedimos:
Quiero contemplar a mi salvador en éste a quien Tú has designado como aquel al que debo pedir que me guíe hasta la santa luz en la que él se encuentra, de modo que pueda unirme a él”.
Los hijos
Si te parece que es triste dejar de percibir a tus hijos como los percibes ahora, solamente pregúntate qué prefieres para ellos, si un mundo de incertidumbre, miedo, dolor y pérdida, o el reino de Dios. No los condenes a ser mucho menos de lo que son. No conviertas tu relación con ellos en una relación especial, empléala únicamente para el santo propósito de sanar y de que ellos puedan sanar a través de ti. Emnpléala para recordar quién eres yendo más allá de las apariencias (la enfermedad de un hijo, por ejemplo). No lo percibas como un cuerpo enfermo, percíbelo como el espíritu invulnerable que es.
No confundas tus funciones, tú no eres Dios. La aparente realidad de tus hijos en este plano es lo que tú has fabricado, la realidad de tus hijos, es su realidad con Dios, por Quien fueron creados.
Tus hijos han venido a este mundo a través de tu cuerpo, de una falsa idea que tú tienes acerca de ti mismo, y que ellos comparten, pues sino no parecería que están aquí, pero no fueron creados por ti. En el plano espiritual, tú creas exactamente igual que lo hace Dios. En esa creación tú extiendes tu amor hacia tus creaciones (esos son tus hijos), tal como hizo Dios al extenderse En Cristo (que somos todos en UNO, su único Hijo). En este mundo de las formas tú no eres creador como Dios, puesto que tú no eres puro amor como lo es Él. Tus fabricaciones aquí (tus hijos lo son aunque te duela reconocerlo), no son más que el resultado de tu mente errada, de tu falsa idea de estar separado de tu Fuente, y como lo que hay debajo de esa idea es MIEDO Y CULPA, tus hijos no son más que el fruto del miedo y la culpa, y lo verás reflejado en los problemas que parezcan amenazarles a ellos y preocuparte o afectarte de algún modo a tí.
Ten presente que por cada cuerpo o forma que tú percibes en este mundo, hay una mente pensando que se ha separado de Dios. De modo que tus hijos son reales, pero no tal y como tú los percibes en este momento.