AMOR SIN CONDICIONES
PAUL FERRINI
Capítulo “La muerte del ego”
La naturaleza del ego es dividir y conquistar. Donde no puede dividir, no puede conquistar. Todo pensamiento separa o une. Los pensamientos que separan a una idea de otra o a una persona de otra, oscurecen tu conciencia de la unidad. Los pensamientos que vinculan a una persona con otra o a una idea con otra, revelan la unidad.
Las ideas pueden convertirse en oponentes tan fácilmente como las personas que las piensan. Crees que puedes atacar las ideas de la gente sin atacarlos a ellos, pero no hay muchas personas que no se sientan personalmente atacadas cuando atacas sus ideas.
La gente se identifica con sus pensamientos. Si quieres comunicarte con la gente, encuentra el modo de reconocer e incluir sus ideas. Después, cuando expreses tus propias ideas, a los demás les será más fácil reconocerlas.
Las gentes jamás podrán convivir pacíficamente hasta que sus ideas puedan convivir sin competir. Aceptar la idea de otra persona, aunque no estés de acuerdo con ella, es mostrarle respeto y confianza.
Convivir en paz exige que veas lo que te vincula a los demás, no lo que te separa. Si ves qué es lo que te vincula, respetarás las diferencias. Si ves lo que te separa, intentarás superar esas diferencias.
El intento de superar las diferencias fracasa invariablemente. Y eso se debe a que las diferencias son saludables. Mientras se respeten, no interfieren con el potencial para la intimidad y las relaciones cordiales entre la gente.
Da siempre al otro espacio para ser diferente. Entonces no estarás evitando la intimidad con él. Si sientes que tienes que hacer como él para que te acepte, o que él tiene que ser como tú para que tú lo aceptes, están intentando “superar” las diferencias.
Simplemente, deja que haya diferencias. Eres aceptable tal como eres, y él también. La paz permanece en tu corazón y en el suyo. Todo está bien.
Empieza a ver hasta qué punto intentas cambiar a los demás para que encajen con tu imagen de cómo crees que deberían ser. Sé consciente de cómo otros intentan cambiarte. Siente el tira y afloja. Éste es el mundo del ego.
El ego es la cosa más insegura del universo. Por eso siempre está intentando tomar partido y reforzar su posición. No tiene confianza alguna en sí mismo, y por tanto no tiene generosidad de espíritu. Odia a todas las cosas porque se odia a sí mismo. Todo su orgullo no es más que un montaje. Cuando desmontas al ego, encuentras una herida abierta.
El ego es la parte de ti que no sabe que eres amado. No puede dar amor, porque no sabe que tiene amor que dar. ¿Cómo encuentran amor los que no son amados ni pueden serlo? Ése es el grito de toda alma en el exilio del mundo.
Al ego se le tiene que enseñar que tiene amor. Ésta es una posición amenazadora, porque, en cuanto el ego reconoce que tiene amor, deja de ser ego. El ego tiene que morir como ego para renacer como amor. Ahora ya sabes por qué tanta gente se resiste a la iluminación. La idea de despertar es atemorizante para cualquiera que aún esté dormido. Siempre piensas: “Cuando despierte, ¡es posible que no esté allí!”. Ésta es la razón por la que tu miedo a la muerte y tu miedo a despertar son el mismo miedo. El Yo ilimitado y universal no nace hasta que muere el yo limitado y temporal.
Así que la muerte vendrá de una manera o de otra. Morirás o despertarás, lo que es otra forma de morir. Cuando estás despierto, morir no es gran cosa. Ya no tienes una identidad muy valorada que vas a perder. Conservar la forma física o no carece de importancia. En cualquier caso, necesitar estar presente.
Morir es una de las mejores maneras de aprender a estar presente. Si quieres despertar rápidamente, prueba a morir. Cuando estás muriendo, eres consciente de las cosas de una manera desconocida hasta entonces. Tienes conciencia de cada aliento, de cada matiz, de cada flor, de cada palabra o gesto de amor.
Morir es como un curso acelerado para despertar. Ahora bien, eso no quiere decir que todo el que muere despierta. Sólo quiere decir que ha hecho el curso. Los que se gradúan del curso están contentos de estar donde les manden. Si eso significa estar en alguna parte en un cuerpo, que así sea. Si eso significa asistir a alguien que está en un cuerpo, también está bien.
En realidad, no importa adonde vayas porque no tienes que probar nada. Estás allí simplemente para ser útil.
Desligarte de una identidad sin sentido es un aspecto inevitable del camino de vuelta a casa. Cuanto menos tengas que proteger, más útil puedes ser. Y cuanta más ayuda puedas dar, más dichosa se hace tu experiencia.
Aunque no iría tan lejos como para decir que “morir es divertido”, sí diría que la única razón por la que morir “no es divertido” es que te estás aferrando a algún fragmento de tu auto-definición.
Toda tu experiencia en la tierra es un proceso de aprender a confiar en ti mismo, en tu hermano y en Dios. En el momento final del despertar, cuando la confianza florece completamente, estos tres aspectos del Yo se funden en uno.
Ese momento no puede ser descrito con palabras, pero te aseguro que lo experimentarás. Y hasta que lo experimentes, nada jamás tendrá un sentido completo para ti.